
4 de agosto de 2025 a las 09:05
Aguilar Camín: ¿Genio o charlatán?
La aseveración de Héctor Aguilar Camín, de que el actual gobierno es "el más poderoso legal y constitucionalmente que hemos tenido, capaz de gobernar solo", revela una profunda desconexión con la realidad política mexicana y una preocupante amnesia histórica. Su análisis, cargado de nostalgia por un pasado que él idealiza, ignora convenientemente las transformaciones democráticas que han empoderado a la ciudadanía y acotado el poder presidencial.
Aguilar Camín parece olvidar que, en el periodo que él critica, se implementaron reformas cruciales para fortalecer la rendición de cuentas, como la eliminación del opaco fondo de la partida secreta presidencial, la posibilidad de someter al Presidente a juicio por cualquier delito y la instauración de la revocación de mandato. Estas medidas, impensables en el sistema político que él añora, demuestran una clara evolución hacia un mayor control ciudadano sobre el poder ejecutivo.
Contrasta su afirmación con la realidad de un pasado no tan lejano, donde un partido hegemónico controlaba todos los poderes del Estado y los principales medios de comunicación, limitando severamente la pluralidad y la disidencia. Un pasado donde figuras como el propio Aguilar Camín se veían constreñidas en su libertad de expresión, una libertad que hoy ejerce sin restricciones para criticar al actual gobierno. ¿Acaso ha olvidado la presión ejercida desde el poder en aquellos tiempos? ¿Ha olvidado la autocensura que imperaba?
Su crítica a los supuestos "malos resultados" del gobierno, tachándolo de "inepto" y sin "un proyecto de desarrollo y prosperidad", refleja una visión elitista y desconectada de las necesidades de la mayoría. Su concepto de prosperidad parece reducirse a indicadores macroeconómicos, ignorando por completo el impacto real de las políticas sociales en la vida de las personas.
Los datos del INEGI, que muestran un incremento en el ingreso de todos los estratos sociales, particularmente en los sectores más vulnerables, desmienten su narrativa catastrofista. Este aumento en el poder adquisitivo de las familias mexicanas no es producto de la casualidad, sino de una estrategia deliberada de políticas públicas enfocadas en fortalecer el salario mínimo, ampliar los programas sociales y generar empleo a través de la inversión en infraestructura.
Aguilar Camín habla de un gobierno sin proyecto, pero ignora la transformación que se está llevando a cabo en el sur del país con el Tren Maya, un proyecto de infraestructura que no sólo impulsará el turismo, sino que también detonará el desarrollo económico y social de una región históricamente marginada. De igual forma, omite mencionar la construcción de la refinería Dos Bocas, un paso fundamental para la soberanía energética de México.
Su visión sesgada y su nostalgia por un pasado autoritario le impiden reconocer los avances en materia de justicia social y desarrollo. Mientras Aguilar Camín se aferra a una narrativa obsoleta, la realidad lo rebasa, demostrando que la transformación de México está en marcha y que los beneficios están llegando a quienes más lo necesitan. Es él quien, anclado en el pasado, no logra comprender la nueva realidad social y política del país.
Fuente: El Heraldo de México