El peculiar método de Shanik Berman para detectar infidelidades ha desatado una ola de comentarios, desde la sorpresa hasta la repulsión. Oler los calzones y los pies de su esposo, Jorge Berman, se ha convertido en su ritual personal para confirmar o descartar sospechas de un posible affaire. ¿Paranoia o simple precaución? La línea que separa ambas es tan delgada como el hilo de confianza que, según los expertos, podría estar a punto de romperse en la relación de la periodista.

Mientras algunos aplauden su “sinceridad” y la defienden argumentando que cada pareja establece sus propios códigos, otros se muestran horrorizados ante lo que consideran una invasión a la privacidad y una muestra de profunda inseguridad. La pregunta que muchos se hacen es: ¿a qué precio se mantiene la tranquilidad en una relación? ¿Vale la pena someter al otro a este tipo de “pruebas” que, en lugar de fortalecer la unión, pueden generar un clima de desconfianza y asfixia?

El debate se extiende más allá de la anécdota. La confesión de Shanik Berman ha puesto sobre la mesa la complejidad de las relaciones de pareja en la era moderna. ¿Estamos ante una nueva forma de control disfrazada de “medida preventiva”? ¿O simplemente se trata de una excentricidad de una personalidad mediática acostumbrada a la polémica?

La intervención de los expertos en el programa “¡Qué buena hora!” añade otra capa de análisis a la situación. Señalan la posibilidad de que Shanik Berman esté viviendo en un estado de “ansiedad total”, una situación que, de ser cierta, requeriría atención profesional. La obsesión por la fidelidad puede ser un síntoma de problemas más profundos que merecen ser abordados.

La figura de Jorge Berman, el enigmático esposo de la periodista, también ha despertado la curiosidad del público. Un hombre ajeno al mundo del espectáculo que, de pronto, se ve envuelto en la vorágine mediática gracias a las declaraciones de su esposa. ¿Cómo vive él esta situación? ¿Comparte los métodos de Shanik o los sufre en silencio? Su discreción y perfil bajo contrastan con la explosiva personalidad de la periodista, generando aún más interrogantes sobre la dinámica interna de la pareja.

El tema de la infidelidad, siempre candente, se ha reavivado con la confesión de Shanik. La pregunta de Nicola Porcella, “¿tú nunca has sido infiel?”, quedó flotando en el aire, sin una respuesta clara. La periodista, experta en esquivar las preguntas incómodas, se refugió en la ambigüedad y en la subjetividad del concepto de infidelidad. Un recurso que, si bien la salvó del momento, no hizo más que alimentar las especulaciones.

En definitiva, la polémica desatada por Shanik Berman nos invita a reflexionar sobre los límites de la confianza, la importancia de la comunicación en la pareja y la necesidad de buscar ayuda profesional cuando la ansiedad y la inseguridad se apoderan de la relación. ¿Es el amor un juego de detectives o una apuesta a la libertad y el respeto mutuo? La respuesta, como la definición de infidelidad, es personal y está en construcción.