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3 de agosto de 2025 a las 20:55

Domina tus Triglicéridos: Alimentos a Evitar

La presión arterial y los niveles de triglicéridos, dos indicadores silenciosos que, con el paso del tiempo, se convierten en protagonistas de nuestra salud. A menudo, nos enfocamos en el colesterol, dejando de lado a los triglicéridos, estos pequeños lípidos que, en exceso, pueden tejer una red invisible de riesgos para nuestro corazón. No se trata de alarmar, sino de informar y empoderar, de tomar las riendas de nuestra salud con conocimiento y decisiones conscientes.

Imaginemos a los triglicéridos como pequeños almacenes de energía. Después de cada comida, nuestro cuerpo, sabio y previsor, guarda las calorías sobrantes en forma de triglicéridos dentro de las células grasas. Esta energía reservada se libera entre comidas, alimentando nuestros músculos y órganos. Sin embargo, cuando consumimos más calorías de las que quemamos, especialmente provenientes de carbohidratos, estos almacenes se desbordan, dando lugar a la hipertrigliceridemia.

Un exceso de triglicéridos en la sangre es como un río crecido que amenaza con desbordarse, aumentando el riesgo de aterosclerosis, esa peligrosa acumulación de placa en las arterias. El panorama se complica, pues los triglicéridos altos también pueden ser precursores de pancreatitis, accidentes cerebrovasculares e incluso señalar la presencia de diabetes tipo 2, síndrome metabólico o hígado graso no alcohólico.

Ante este escenario, la información se convierte en nuestra mejor aliada. Un simple análisis de sangre nos revela el nivel de triglicéridos en nuestro organismo, permitiéndonos actuar a tiempo. Los niveles deseables se sitúan por debajo de 150 mg/dL. Entre 150 y 199 mg/dL entramos en una zona límite, donde la precaución es clave. De 200 a 499 mg/dL, la alerta se enciende, indicando un nivel alto que requiere atención. Y por encima de 500 mg/dL, la situación se considera muy alta, exigiendo una intervención médica inmediata.

¿Cómo podemos mantener a raya a los triglicéridos y proteger nuestro corazón? La respuesta reside, en gran medida, en la alimentación. Debemos ser conscientes de lo que ponemos en nuestro plato, priorizando alimentos frescos y naturales. Reducir el consumo de grasas saturadas y trans, presentes en frituras, embutidos y bollería industrial, es el primer paso. El alcohol y los azúcares añadidos, esos dulces enemigos ocultos en refrescos, postres y alimentos procesados, también deben limitarse.

En cambio, podemos enriquecer nuestra dieta con alimentos ricos en fibra, como frutas, verduras y cereales integrales. El pescado azul, fuente de omega-3, se convierte en un aliado invaluable para la salud cardiovascular. Las legumbres, ricas en proteínas vegetales y fibra, también contribuyen a mantener los niveles de triglicéridos bajo control. Y no olvidemos la importancia de la actividad física regular. El ejercicio, además de quemar calorías, mejora la sensibilidad a la insulina, facilitando el control de los triglicéridos.

Cuidar nuestra salud es una inversión a largo plazo. Informarnos, realizarnos chequeos médicos periódicos y adoptar hábitos de vida saludables son las claves para un futuro pleno y vital. No se trata de renunciar a los placeres de la vida, sino de encontrar un equilibrio que nos permita disfrutarlos con responsabilidad, priorizando nuestro bienestar. Recordemos que la salud no es un destino, sino un camino que construimos día a día.

Fuente: El Heraldo de México