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4 de agosto de 2025 a las 00:50

Alerta UNAM: latigazos hidroclimáticos ¿Qué son y cómo nos afectan?

California, un estado conocido por su innovación y dinamismo, se encuentra en la primera línea de una batalla climática sin precedentes. En menos de tres años, ha sufrido el azote de lluvias torrenciales que anegaron ciudades enteras, sequías prolongadas que dejaron campos agostados y reservas hídricas al límite, e incendios forestales devastadores que pintaron el cielo de naranja y obligaron a miles a abandonar sus hogares. Este ciclo de extremos, lejos de ser una anomalía, es un síntoma alarmante de lo que los científicos llaman "latigazos hidroclimáticos". Imaginen un péndulo climático que oscila violentamente entre la inundación y la aridez, cada vez con mayor fuerza y rapidez. Eso es precisamente lo que está experimentando California, y según la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), no es un caso aislado.

Este fenómeno, estudiado por el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM, describe la transición abrupta entre condiciones de extrema humedad y sequía. No se trata simplemente de una sequía seguida de lluvias, sino de un cambio drástico y acelerado que pone a prueba la capacidad de adaptación de los ecosistemas y las sociedades. El doctor Alejandro Jaramillo Moreno, investigador del ICAyCC, lo explica con claridad: “En un planeta más caliente, las lluvias pueden ser más intensas, pero las sequías también se vuelven más fuertes.” Es una doble amenaza que multiplica los riesgos y dificulta la planificación a largo plazo.

La revista Nature publicó un estudio en 2024 que revela un aumento preocupante en la frecuencia de estos latigazos hidroclimáticos, con incrementos de entre un 31% y un 66%. Si bien algunas regiones, como el norte de África, Oriente Medio y el sur de Asia, se consideran especialmente vulnerables, ninguna zona del planeta está a salvo. El calentamiento global, al aumentar la capacidad de la atmósfera para retener vapor de agua, intensifica el ciclo hidrológico y crea las condiciones perfectas para estos cambios bruscos. Fenómenos como El Niño o la Oscilación Madden-Julian actúan como amplificadores, exacerbando las transiciones en ciertas áreas.

La diferencia entre un latigazo hidroclimático y una sequía o tormenta aislada radica en la velocidad del cambio y su naturaleza dual. No es simplemente un evento extremo, sino una oscilación violenta entre dos polos opuestos. Esto plantea un desafío enorme para las comunidades, que deben prepararse para enfrentar tanto inundaciones como sequías en un corto período de tiempo. En California, la infraestructura existente, diseñada para un clima más predecible, se ha visto desbordada por esta nueva realidad. Presas, sistemas de drenaje y protocolos de alerta temprana no están preparados para manejar la doble amenaza de la abundancia y la escasez de agua.

Ante este escenario, la gestión del agua se convierte en un elemento crucial. El doctor Jaramillo Moreno insiste en la necesidad de sistemas más flexibles y adaptativos. Las soluciones tradicionales, como la canalización de ríos para prevenir inundaciones, pueden tener consecuencias negativas a largo plazo, como la reducción de la recarga de acuíferos y el aumento de la vulnerabilidad ante futuras sequías. Se requiere una visión integral que combine pronósticos climáticos precisos, soluciones basadas en la naturaleza, como la restauración de ecosistemas, y una sólida base científica.

La UNAM propone una serie de medidas para adaptarnos a esta nueva realidad climática: actualizar la infraestructura para que pueda soportar tanto inundaciones como sequías, diseñar políticas públicas que consideren ambos extremos del espectro hidrológico, mejorar los sistemas de alerta temprana y la planificación urbana, y fomentar soluciones basadas en la naturaleza. Además, es fundamental comunicar eficazmente los riesgos a la población, para que las comunidades estén preparadas y puedan tomar decisiones informadas. En palabras del doctor Jaramillo: “Hay muchas formas de adaptarnos, pero todas deben ser flexibles e interconectadas, pensadas para un clima en transformación.” El futuro de California, y del planeta, depende de nuestra capacidad para responder a este desafío con innovación, resiliencia y una visión a largo plazo.

Fuente: El Heraldo de México