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2 de agosto de 2025 a las 04:10

Uribe Condenado a 12 Años: ¿Justicia o Persecución?

La sombra de la justicia finalmente alcanza al expresidente Álvaro Uribe Vélez. En una decisión que resonará en los anales de la historia colombiana, el exmandatario ha sido condenado a 12 años de prisión domiciliaria por los delitos de soborno de testigos y fraude procesal. La jueza Sandra Heredia, firme en su determinación, ordenó la ejecución inmediata de la pena, desestimando las súplicas de la defensa que buscaba mantener a Uribe en libertad mientras se resolvían las apelaciones. Este veredicto convierte a Uribe en el primer expresidente colombiano en enfrentar una condena penal, un hecho sin precedentes que ha sacudido los cimientos del panorama político nacional.

La sentencia, que ha desatado una tempestad de reacciones y análisis, marca el punto culminante de un largo y tortuoso proceso judicial que se ha extendido por más de una década. Un proceso que, como un espejo, ha reflejado la profunda polarización que divide al país. La jueza Heredia, al justificar su decisión, argumentó la necesidad de "preservar la convivencia pacífica" y prevenir una posible evasión de la justicia por parte del exmandatario, considerando su influencia internacional y los recursos a su disposición. Un detalle que añade aún más controversia a este caso es la filtración de la resolución a los medios de comunicación horas antes del anuncio oficial, un hecho que levanta interrogantes sobre la transparencia del proceso.

En un gesto cargado de simbolismo, la jueza Heredia evocó las palabras del propio Uribe, "trabajar, trabajar y trabajar", al afirmar que el tribunal había hecho "sacrificios" para cumplir con las víctimas en estos 13 años de proceso. Una declaración que sin duda avivará el debate público y las interpretaciones sobre las motivaciones detrás de la sentencia.

El origen de este complejo caso se remonta al año 2012, cuando el senador Iván Cepeda acusó a Uribe en el Congreso de tener vínculos con el grupo paramilitar Bloque Metro, una sombra oscura que se cierne sobre el pasado de Antioquia. Uribe, en una contraofensiva, denunció a Cepeda ante la Corte Suprema por manipulación de testigos. Sin embargo, el destino le tenía preparada una amarga ironía: en 2018, la Corte no solo desestimó la denuncia de Uribe, sino que abrió una investigación en su contra al encontrar indicios de que personas cercanas al exmandatario habían intentado influir en los testimonios. El punto de inflexión llegó en 2020, cuando la Corte Suprema ordenó la detención domiciliaria de Uribe, argumentando el riesgo de obstrucción a la justicia.

Tras 66 días de confinamiento y la renuncia de Uribe a su cargo de senador, el caso pasó a la justicia ordinaria. La Fiscalía, en un primer momento, intentó cerrar el caso, pero los jueces rechazaron la solicitud. Fue con la llegada de la nueva fiscal general, Luz Adriana Camargo, nombrada por el presidente Gustavo Petro, que el proceso recobró impulso, culminando en el juicio y la posterior condena.

Uribe, a lo largo de este laberinto judicial, ha mantenido su inocencia, alegando ser víctima de una persecución política. Su equipo legal, sin perder tiempo, ha anunciado que apelará la sentencia ante el Tribunal Superior de Bogotá. El reloj corre, ya que el tribunal deberá pronunciarse antes de octubre, fecha en la que los delitos prescribirían. El futuro político y legal de Álvaro Uribe Vélez pende de un hilo, mientras el país observa con atención el desenlace de este capítulo crucial en la historia de Colombia. La polémica está servida, y las consecuencias de esta sentencia se sentirán en los años venideros.

Fuente: El Heraldo de México