La imprudencia al volante, una vez más, ha teñido de indignación las calles de Querétaro. La noche del 31 de julio, la Calzada de los Arcos se convirtió en escenario de un aparatoso accidente protagonizado por un joven conductor, quien, según testigos presenciales, manejaba bajo los efectos del alcohol. El vehículo, un automóvil blanco, terminó volcado tras una maniobra fallida al intentar tomar una curva a excesiva velocidad en dirección a la Alameda Hidalgo, cerca del Barrio de la Cruz. Las latas de cerveza esparcidas en el lugar del siniestro parecían confirmar el estado de ebriedad del conductor y sus acompañantes, quienes, a diferencia del conductor, lograron huir de la escena.

La indignación creció exponencialmente al presenciar la actitud del joven tras el accidente. Lejos de mostrar arrepentimiento o preocupación, se le vio salir del vehículo volcado, tambaleante, e intentar recuperar sus pertenencias. Con una mochila en mano, intentó alejarse del lugar, indiferente a la gravedad de la situación y ante la mirada atónita de los presentes, quienes no dudaron en grabarlo con sus teléfonos móviles, difundiendo las imágenes en redes sociales. Su respuesta desafiante a las acusaciones de los testigos, "¿A quién maté? no digas mamadas", solo avivó la furia y la condena social. Afortunadamente, y a pesar de lo aparatoso del accidente, las autoridades de Querétaro no reportaron lesionados.

Este incidente, lamentablemente, evoca el fantasma de otro suceso similar ocurrido tan solo unas semanas antes. El caso de “La Mufasa”, la conductora ebria que causó un accidente fatal con un saldo de un muerto y dos heridos el pasado 17 de julio, aún resuena en la memoria colectiva de los queretanos. Mitzi García y Martín Paz, las jóvenes víctimas de aquel trágico suceso, se vieron involucrados en el accidente mientras se dirigían a sus oficinas. La imagen de la conductora, apenas capaz de mantenerse en pie tras su detención, permanece como un crudo recordatorio de las devastadoras consecuencias de la irresponsabilidad al volante.

Estos dos incidentes, ocurridos en un corto periodo de tiempo, encienden las alarmas y nos obligan a reflexionar sobre la importancia de la concientización vial. La combinación de alcohol y velocidad es una receta fatal que pone en riesgo no solo la vida del conductor, sino la de todos los que transitan por las calles. Es crucial reforzar las campañas de prevención y endurecer las sanciones para quienes insisten en poner en peligro la vida de los demás con conductas irresponsables. La seguridad vial no es un juego, es una responsabilidad compartida que exige el compromiso de todos. ¿Cuántos accidentes más tendrán que ocurrir antes de que entendamos la magnitud del problema? Es momento de actuar, antes de que otra tragedia se sume a la lista. La vida es un bien preciado que debemos proteger.