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2 de agosto de 2025 a las 15:05

Misterio en Ixtapa: últimas palabras de Sagid

La tragedia que enlutó las vacaciones de la familia Carreón en Ixtapa ha conmocionado a México. El eco de las últimas palabras de Sagid Carrasco, "me está dando toques", resuena con una fuerza desgarradora, recordándonos la fragilidad de la vida y la importancia de la seguridad en los espacios que consideramos de esparcimiento. Unas vacaciones soñadas, un escape al paraíso de las playas de Zihuatanejo, se transformaron en una pesadilla en cuestión de segundos. La imagen de un padre de familia disfrutando con su hijo en un jacuzzi, se tiñe de un halo de tristeza e incredulidad al conocer el fatal desenlace.

El comunicado emitido por el hotel, aunque confirma el fallecimiento, deja un sabor amargo. La reiteración de su colaboración con las autoridades no aplaca el dolor de una familia que ha perdido a su pilar, ni responde a las interrogantes que surgen en torno a las circunstancias del accidente. ¿Se siguieron los protocolos de seguridad correspondientes? ¿Se realizaron las revisiones y mantenimientos necesarios en las instalaciones? La promesa de una investigación a fondo por parte de las autoridades es una luz de esperanza en medio de la oscuridad, pero la familia Carreón merece respuestas claras y contundentes.

La descripción del resort, con sus suites y villas exclusivas, sus membresías y el pago de mantenimiento por parte de los socios, contrasta dramáticamente con la tragedia ocurrida. La promesa de lujo y confort se ve empañada por la sombra de la negligencia. ¿Es posible que en un lugar que presume de exclusividad, la seguridad de sus huéspedes se vea comprometida? El caso de Sagid Carrasco nos obliga a reflexionar sobre la responsabilidad de los establecimientos turísticos en garantizar la seguridad de quienes confían en ellos para disfrutar de momentos de descanso y recreación.

El relato de Estefanía, esposa de Sagid, es un testimonio conmovedor del dolor y la impotencia. Sus palabras nos transportan al momento del accidente, a la angustia de ver a su esposo sufrir los efectos de la electrocución. La imagen del jacuzzi, con su sistema de hidromasaje y luces, que momentos antes prometía relajación y placer, se convierte en el escenario de una tragedia.

La juventud de Sagid, apenas 36 años, y la ausencia de problemas de salud previos, hacen aún más incomprensible lo sucedido. Un hombre lleno de vida, en la plenitud de su existencia, le arrebatado a su familia en un instante. La causa de muerte, infarto al miocardio posterior a electrocución, confirma la terrible realidad: una falla en el sistema eléctrico del jacuzzi terminó con la vida de un padre de familia.

La denuncia de la familia sobre la falta de atención médica profesional inmediata agrava aún más la situación. ¿Se contaba con el personal y el equipo necesario para atender una emergencia de este tipo? ¿Se actuó con la diligencia debida ante la gravedad de la situación? Estas preguntas deben ser respondidas para que se haga justicia y se eviten tragedias similares en el futuro.

El caso de Sagid Carrasco no puede quedar impune. Es un llamado a la conciencia de las autoridades y de los empresarios del sector turístico para que se implementen medidas más estrictas de seguridad y se garantice la protección de la vida de los visitantes. La memoria de Sagid y el dolor de su familia merecen que se esclarezcan las circunstancias de su muerte y que se tomen las medidas necesarias para que ninguna otra familia tenga que vivir una tragedia similar. La búsqueda de justicia y la prevención de futuros accidentes son la mejor forma de honrar la memoria de Sagid Carrasco.

Fuente: El Heraldo de México