
2 de agosto de 2025 a las 03:05
Domina tu pesimismo
El mundo, a veces, se tiñe de gris. Nos sentimos como si una nube oscura se hubiera posado sobre nosotros, filtrando la luz y dejando solo matices apagados. Una discusión acalorada, el agotamiento acumulado tras semanas de trabajo intenso, o simplemente un mal día… las razones pueden ser múltiples, pero el resultado es el mismo: una sensación de pesimismo que nos invade y nos dificulta ver el lado positivo de las cosas.
Este sentimiento, si se prolonga en el tiempo, puede tener consecuencias significativas en nuestras relaciones personales. Cuando vemos el mundo a través de un filtro negativo, nuestra forma de interactuar con los demás cambia. Imaginen una lente oscura: distorsiona la realidad, haciendo que todo parezca más sombrío de lo que realmente es. De la misma manera, el pesimismo afecta nuestra comunicación, nuestras reacciones e incluso nuestra interpretación de las acciones y los silencios de quienes nos rodean.
La reconocida psicóloga Elena Pérez nos explica que esta actitud pesimista es, en muchos casos, una respuesta natural a una etapa de desgaste emocional. Nuestro cuerpo y nuestra mente, sometidos a un estrés constante, nos envían una señal de alarma en forma de pesimismo. Es una forma de decirnos: "¡Para! Necesitas descansar, necesitas cuidarte".
Por lo tanto, en lugar de ver el pesimismo como un defecto, deberíamos interpretarlo como una oportunidad. Una oportunidad para reflexionar sobre nuestro estado emocional, para identificar las causas de nuestro malestar y para tomar medidas para cambiarlo. El pesimismo puede ser un síntoma de cansancio, saturación o incluso dolor emocional. Reconocerlo es el primer paso para sanar.
La Dra. Pérez recomienda una práctica sencilla pero poderosa: dedicar 10 minutos al día a conectar con nosotros mismos. Preguntarnos "¿Cómo estoy realmente?" y permitirnos sentir, sin juicios, las emociones que afloran. Nombrar nuestro malestar, ponerle etiqueta, es una estrategia eficaz para reducir su poder sobre nosotros. Al verbalizar lo que sentimos, le quitamos fuerza, lo hacemos más manejable.
No se trata de negar las emociones negativas, sino de comprenderlas, aceptarlas y buscar soluciones. El pesimismo no es un destino, sino un camino. Un camino que, si lo recorremos con consciencia y con las herramientas adecuadas, puede llevarnos a un lugar de mayor bienestar y equilibrio emocional. Aprender a escuchar las señales que nos envía nuestro cuerpo y nuestra mente es fundamental para cultivar una vida más plena y satisfactoria.
Y tú, ¿cómo te sientes hoy? Tómate un momento para reflexionar. Quizás descubras que, detrás de esa nube gris, se esconde un rayo de sol esperando a ser descubierto.
Fuente: El Heraldo de México