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3 de agosto de 2025 a las 00:30

Alerta Sísmica: ¿Por qué no sonó?

La mañana del sábado nos recordó una vez más la realidad sísmica en la que vivimos. Un sismo de magnitud 5.9, con epicentro cerca de Tlacolula, sacudió la capital oaxaqueña, generando inquietud y preguntas sobre el funcionamiento del Sistema de Alerta Sísmica. Ante la ausencia de una alerta previa, es crucial entender por qué, en esta ocasión, el sistema no nos avisó con la anticipación que acostumbramos.

La clave está en la proximidad del epicentro. Imaginen el sismo como una onda expansiva. Al originarse tan cerca de la ciudad de Oaxaca, el tiempo entre la detección del sismo por los sensores y la llegada de las ondas sísmicas a la capital fue prácticamente nulo. El sistema, aunque funcionando correctamente, simplemente no tuvo el tiempo necesario para procesar la información y emitir la alerta. Requiere un mínimo de 5 segundos para analizar la señal y activar la alarma, un margen que la cercanía del epicentro nos robó en esta ocasión.

Este comportamiento es completamente normal y esperado en sismos cercanos y de magnitudes considerables. No se trata de una falla del sistema, sino de una limitación impuesta por la física de la propagación de las ondas sísmicas. Es como intentar avisar a alguien que una pelota ya lo golpeó cuando ésta fue lanzada desde muy cerca. El tiempo de reacción simplemente no existe.

Para comprenderlo mejor, pensemos en un escenario diferente. Si el epicentro se hubiera localizado en la costa, a una distancia considerablemente mayor, el Sistema de Alerta Sísmica habría contado con el tiempo suficiente para procesar la información y emitir la alerta, dándonos valiosos segundos para ponernos a salvo antes de sentir el movimiento telúrico. La diferencia radica en la distancia y el tiempo que las ondas tardan en recorrerla.

Es fundamental comprender que ningún sistema, por avanzado que sea, puede predecir los sismos. La ciencia aún no ha alcanzado ese nivel. Sin embargo, herramientas como el Sistema de Alerta Sísmica son vitales para mitigar los riesgos en sismos con epicentros lejanos, brindándonos un tiempo crucial para reaccionar.

Ante esta realidad, la prevención se convierte en nuestra mejor aliada. La Coordinación Estatal de Protección Civil y Gestión de Riesgos (CEPCyGR) no cesa en su labor de fomentar la cultura de la prevención, recordándonos la importancia de las medidas de autoprotección, la capacitación y la participación activa en los simulacros. Estas acciones, aunque parezcan sencillas, pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte en un evento sísmico.

No debemos bajar la guardia. Informémonos, preparémonos y participemos activamente en la construcción de una cultura de prevención que nos permita afrontar estos eventos naturales con mayor seguridad y resiliencia. La seguridad es una responsabilidad compartida, y cada uno de nosotros juega un papel fundamental en la construcción de una comunidad más preparada y segura ante los sismos. Recordemos que la prevención, la información y la preparación son nuestras mejores herramientas ante la imprevisibilidad de la naturaleza.

Fuente: El Heraldo de México