
1 de agosto de 2025 a las 12:05
Venganza Policial: Un Crimen Pasional
La conmoción en Resistencia, Chaco, sigue latente. El brutal feminicidio de Érica Almirón Romero, de tan solo 24 años, ha dejado una herida profunda en la comunidad. Cada nuevo detalle que emerge en la investigación acrecienta la indignación y el dolor. La supuesta carta escrita por Joaquín Alfredo Pérez, su expareja y principal sospechoso, un miembro de la policía, ha añadido una capa de complejidad al caso, generando aún más interrogantes.
El contenido de la misiva, filtrado a la prensa, muestra una desconcertante mezcla de confesión, arrepentimiento e ignorancia sobre la gravedad de sus actos. Pérez admite haber agredido a Érica, impulsado, según sus propias palabras, por "celos intensos" y un "orgullo desmedido". Sin embargo, en un giro que resulta difícil de comprender, afirma creer que Érica seguía con vida y que su mayor temor era ser denunciado por ella. "¿Creo que ella está viva, pero sé que me va a denunciar y no quiero sufrir y por eso me voy", se lee en el perturbador escrito. ¿Realmente desconocía el fatal desenlace de su ataque? ¿Se trata de una estrategia para atenuar su responsabilidad? Estas son preguntas que la justicia deberá dilucidar.
La carta no solo revela la posible mentalidad del agresor, sino que también expone la desgarradora disonancia entre sus acciones y sus palabras. Mientras expresaba arrepentimiento y pedía perdón a su familia por la "deshonra" causada, ignoraba – o fingía ignorar – el irreparable daño infligido a Érica y a sus seres queridos. Su preocupación se centraba en las consecuencias personales, en perderse los cumpleaños familiares y las festividades, mientras la vida de una joven se apagaba por su culpa.
La mención a la venganza como móvil del crimen añade otro elemento inquietante a la narrativa. ¿Qué tipo de venganza buscaba Pérez? ¿Qué lo llevó a cometer un acto tan extremo? La investigación deberá profundizar en la relación entre la víctima y el victimario para esclarecer este punto. El hecho de que la carta haya sido entregada a las autoridades por los propios padres del sospechoso también plantea interrogantes. ¿Fue un acto de responsabilidad, un intento de colaborar con la justicia, o una estrategia para intentar mitigar la pena de su hijo?
Mientras tanto, la familia de Érica llora su pérdida, exigiendo justicia y respuestas. La comunidad se une a su dolor, clamando por el fin de la violencia de género y por un sistema judicial que proteja a las mujeres y castigue con severidad a los agresores. El caso de Érica Almirón Romero es un triste recordatorio de la vulnerabilidad de las mujeres frente a la violencia machista y de la urgente necesidad de implementar políticas públicas que prevengan estos crímenes y garanticen la seguridad y la justicia para las víctimas. La investigación continúa, y la sociedad espera que se esclarezcan todos los detalles de este trágico suceso y que se haga justicia en memoria de Érica.
Fuente: El Heraldo de México