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1 de agosto de 2025 a las 09:15
Supera la violencia: Migrar sin miedo
La vulnerabilidad de las mujeres migrantes en México es una realidad ineludible que exige una acción inmediata y contundente. No podemos seguir siendo testigos pasivos del sufrimiento que experimentan miles de mujeres que, en busca de un futuro mejor, se enfrentan a un presente plagado de peligros. Las cifras son alarmantes y los testimonios desgarradores: violencia sexual, física, psicológica, trata de personas, discriminación y un sinfín de abusos que marcan sus vidas para siempre. Imaginen por un momento el terror de tener que huir de tu hogar, dejando atrás todo lo que conoces, y encontrarte en un país extraño donde, en lugar de encontrar la seguridad y la oportunidad que buscabas, te enfrentas a la violencia y la marginación.
Es fundamental comprender que la migración femenina no es un fenómeno homogéneo. Las mujeres migran por diversas razones, ya sea por la violencia generalizada en sus países de origen, la pobreza extrema, la falta de oportunidades, la búsqueda de reunificación familiar o por el desplazamiento forzado a causa de desastres naturales o conflictos armados. Cada una de estas realidades implica necesidades específicas y requiere de una atención diferenciada. No podemos aplicar las mismas políticas a todas las mujeres migrantes, debemos tener en cuenta sus circunstancias particulares y ofrecerles soluciones a la medida.
La perspectiva de género debe ser el eje central de las políticas migratorias. No se trata de una simple adición, sino de una transformación profunda que permita visibilizar las problemáticas específicas de las mujeres y brindarles la protección que necesitan. Esto implica, entre otras cosas, garantizar el acceso a servicios de salud integral, incluyendo la salud sexual y reproductiva; proporcionar albergues seguros y dignos, con personal capacitado para atender las necesidades de las mujeres y sus hijos; facilitar el acceso a la justicia y a la reparación del daño en casos de violencia; y promover la integración socioeconómica de las mujeres migrantes, ofreciéndoles oportunidades de empleo digno y acceso a la educación.
Además, es crucial combatir la impunidad que rodea a los delitos cometidos contra las mujeres migrantes. Es necesario fortalecer los mecanismos de investigación y persecución de los responsables, así como capacitar a las autoridades migratorias y policiales en materia de derechos humanos y perspectiva de género. No basta con condenar la violencia, debemos actuar de manera contundente para prevenirla y erradicarla.
La sociedad civil también juega un papel fundamental en la protección de las mujeres migrantes. Organizaciones no gubernamentales, colectivos feministas y grupos de defensa de los derechos humanos realizan una labor invaluable brindando apoyo, acompañamiento y asesoría legal a las mujeres que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Es importante fortalecer estas redes de apoyo y fomentar la colaboración entre el gobierno, la sociedad civil y los organismos internacionales para crear un frente común contra la violencia y la discriminación.
El futuro de México y de la región depende, en gran medida, de nuestra capacidad para construir sociedades inclusivas y justas, donde todas las personas, sin importar su origen o condición migratoria, puedan vivir con dignidad y seguridad. La protección de las mujeres migrantes no es solo una cuestión de derechos humanos, es una responsabilidad compartida que exige nuestro compromiso y nuestra acción decidida. No podemos mirar hacia otro lado, debemos actuar ahora para garantizar que las mujeres migrantes encuentren en México no el miedo y la violencia, sino la oportunidad y la esperanza de un futuro mejor.
Fuente: El Heraldo de México