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1 de agosto de 2025 a las 09:15

México ante el terremoto Trump

La sombra de Donald Trump se cierne nuevamente sobre Norteamérica, y su juego de ajedrez geopolítico amenaza con cambiar radicalmente el tablero comercial. La posible imposición de nuevos aranceles a México y Canadá no es simplemente una táctica de negociación agresiva, sino una declaración de guerra contra el orden establecido, un punto de inflexión que nos obliga a repensar las bases mismas de nuestra integración regional. El T-MEC, ese acuerdo presentado como la panacea de la estabilidad trilateral, se tambalea ante el embate proteccionista. Lo que se avecina no es un simple revés económico, sino un verdadero terremoto que sacudirá los cimientos de nuestras relaciones comerciales.

En México, la reacción no es de pánico, sino de pragmatismo. La administración de Claudia Sheinbaum, en un despliegue de músculo diplomático inédito, ha logrado contener, al menos temporalmente, la embestida. Las nueve reuniones virtuales entre Sheinbaum y Trump, lejos de ser simples actos protocolarios, han tejido una red de contención que ha permitido ganar tiempo y explorar nuevas vías de entendimiento. La tregua de 90 días es un respiro, una oportunidad para renegociar las reglas del juego y, quizás, construir un marco comercial más justo y equitativo. No obstante, el T-MEC, tal como lo conocíamos, agoniza. Sus cláusulas, antaño garantes de la integración, se desdibujan como tinta borrada por la lluvia, anunciando un nuevo capítulo en la historia de Norteamérica.

Este nuevo escenario exige un cambio de paradigma. La dependencia crónica de México hacia Estados Unidos, ese lastre que ha limitado nuestro potencial durante décadas, debe llegar a su fin. Paradójicamente, la amenaza arancelaria puede ser el catalizador que impulse la diversificación de nuestra economía. La búsqueda de nuevos socios comerciales, la exploración de rutas alternativas y la apertura a mercados inexplorados se convierten en imperativos estratégicos. México debe salir de su zona de confort y asumir un rol protagónico en el escenario global.

El equipo que acompaña a Sheinbaum en esta compleja negociación es un reflejo de la nueva estrategia. Figuras clave como Esteban Moctezuma en la embajada, Juan Ramón de la Fuente en la Cancillería, Marcelo Ebrard en Economía y Omar García Harfuch en Seguridad, conforman un gabinete que ha demostrado capacidad de respuesta y precisión quirúrgica en sus movimientos. El mensaje es claro: México no buscará la confrontación, pero tampoco se dejará intimidar. La respuesta a las provocaciones de Trump será diferente, más estratégica, más audaz.

Mientras tanto, en el ámbito interno, las tensiones políticas siguen latentes. Los viajes internacionales de figuras como Ricardo Monreal y Mario Delgado han generado controversia y malestar en Palacio Nacional. La falta de comunicación y la percepción de una excesiva autonomía en la gestión de algunos funcionarios han encendido las alarmas. La preocupación radica en la imagen que se proyecta: una 4T que, en lugar de austeridad y disciplina, parece estar alimentando a una nueva clase de “ricos”. La prudencia y la discreción parecen haber quedado relegadas a un segundo plano, y la ostentación se convierte en un peligroso detonante de la inconformidad social.

En definitiva, el panorama es complejo y desafiante. La amenaza de Trump, aunque preocupante, puede ser la oportunidad que México necesita para redefinir su rumbo y construir un futuro más diversificado e independiente. La clave está en la capacidad de respuesta, en la habilidad para convertir la crisis en oportunidad. Como diría un viejo refrán: "No hay mal que por bien no venga". Y en esta partida de ajedrez geopolítico, México está obligado a jugar con inteligencia y determinación para asegurar su lugar en el tablero global.

Fuente: El Heraldo de México