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1 de agosto de 2025 a las 05:45

México: 90 días para diversificar y fortalecerse

La tregua arancelaria de 90 días acordada entre México y Estados Unidos, si bien ofrece un respiro momentáneo, se asemeja a una tirita en una herida profunda. Nos otorga un plazo, un compás de espera, pero la incertidumbre, como una sombra alargada, continúa cernida sobre la economía mexicana y, por extensión, sobre la de toda América del Norte. Esquivamos un golpe inmediato, sí, pero el problema de fondo, la raíz del conflicto, sigue latente, sin resolverse. Imaginemos un edificio con grietas en sus cimientos: un parche superficial puede ocultarlas temporalmente, pero la estructura seguirá debilitada.

Estos 90 días son cruciales. No podemos darnos el lujo de desperdiciarlos. El Gobierno de México debe aprovechar este tiempo para trazar una estrategia sólida, una hoja de ruta que nos permita fortalecer nuestro mercado interno y, fundamentalmente, diversificar nuestros mercados. Depender excesivamente de un solo socio comercial nos vuelve vulnerables, nos expone a presiones externas que, como vemos, pueden tener consecuencias significativas para nuestra economía. Es como poner todos los huevos en una sola canasta: si la canasta cae, lo perdemos todo.

La diversificación no es una opción, es una necesidad. Debimos haberla impulsado desde el primer día en que se vislumbraron las presiones arancelarias. No se trata de renunciar a la relación comercial con Estados Unidos, sino de ampliar nuestro horizonte, de explorar nuevos mercados, de tejer alianzas estratégicas con otras naciones. Es una cuestión de prudencia, de asegurar la estabilidad y el crecimiento económico de nuestro país a largo plazo.

Mientras tanto, la espada de Damocles de los aranceles sigue pendiendo sobre nuestras cabezas. Un 25% a las exportaciones que no cumplen con el T-MEC, otro 25% a las exportaciones automotrices, y un alarmante 50% al acero, aluminio y cobre. Estas cifras, frías pero contundentes, representan una carga considerable para la industria nacional, una losa que limita su competitividad y la pone en desventaja frente a otros actores en el escenario global. Imaginen a un corredor con pesas en los tobillos: puede avanzar, sí, pero con mayor esfuerzo y a un ritmo menor.

El mercado interno, a menudo subestimado, es un gigante dormido que debemos despertar. Su potencial es inmenso, diez veces mayor a la inversión extranjera directa. Impulsar su desarrollo es una estrategia clave, no solo para mitigar los efectos de las presiones externas, sino para fortalecer nuestra economía desde adentro. Y en este punto, las micro, pequeñas y medianas empresas juegan un papel fundamental. Son el motor de la economía, la columna vertebral del mercado interno. Debemos apostar por ellas, fortalecerlas, integrarlas en las cadenas de suministro de las grandes empresas. Darles el valor que merecen y el apoyo que necesitan para crecer y prosperar. Solo así podremos construir una economía sólida, resiliente, capaz de afrontar los desafíos del presente y del futuro. La tregua arancelaria nos da un respiro, sí, pero no podemos dormirnos en los laureles. Es el momento de actuar, de tomar decisiones estratégicas, de construir un futuro económico más seguro y próspero para México.

Fuente: El Heraldo de México