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1 de agosto de 2025 a las 18:00

Mensajes del más allá: Hiromi contacta a su viudo.

El tiempo, ese río implacable que todo lo arrastra, no ha logrado borrar la luminosa presencia de Hiromi Hayakawa del corazón de quienes la amaron y admiraron. A ocho años de su partida, su recuerdo sigue vibrante, como una melodía que se niega a silenciarse. Su esposo, Fernando Santana, lo confirma con una emotividad que conmueve. En medio del ajetreo de su carrera musical, en los acordes de cada canción, en la efervescencia de cada escenario, Fernando siente la presencia de Hiromi, una compañía invisible pero palpable, un eco de amor que resuena en lo más profundo de su ser.

Es un consuelo, una certeza que le acompaña en su nueva vida, junto a Gina Crespo, la mujer que le devolvió la sonrisa y con quien comparte la dicha de la paternidad. Fernando no duda en afirmar que Gina es un regalo del cielo, un ángel enviado por la propia Hiromi para cuidarlo y hacerlo feliz. Una afirmación que desborda ternura y que habla del gran amor que sintió por la fallecida actriz. Un amor que trasciende lo terrenal, que se transforma y se adapta, pero que jamás se extingue.

El legado de Hiromi, sin embargo, no solo reside en el corazón de sus seres queridos. Su talento, su carisma y su entrega siguen vivos en la memoria colectiva, especialmente entre los fanáticos de "Mentiras, el musical". Una obra que la consagró como una de las figuras más brillantes del teatro musical mexicano. Su versatilidad para interpretar a los cuatro personajes principales –Daniela, Yuri, Lupita y Dulce– la convirtió en una actriz excepcional, capaz de dotar a cada rol de una personalidad única, de una fuerza interpretativa inigualable.

Cada septiembre, al acercarse la fecha de su partida, las redes sociales se inundan de mensajes de cariño, de anécdotas, de videos que reviven sus actuaciones más memorables. Un testimonio del impacto que Hiromi tuvo en el público, de la huella imborrable que dejó en la escena artística. Su nombre se convierte en sinónimo de talento, de pasión, de una entrega absoluta al arte.

"Cuando piensas en Hiro, solo te viene una sonrisa al rostro", afirma Fernando Santana. Y es cierto. El recuerdo de Hiromi evoca alegría, admiración, una profunda nostalgia por una estrella que se apagó demasiado pronto. Pero también una inmensa gratitud por el legado que nos dejó: su música, su actuación, su ejemplo de perseverancia y su amor por la vida. Un legado que sigue inspirando y emocionando a nuevas generaciones. Hiromi Hayakawa, una estrella que brilla con luz propia en el firmamento del teatro musical mexicano, una presencia que se niega a desaparecer.

Fuente: El Heraldo de México