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1 de agosto de 2025 a las 23:25

Marianne ruega: ¡Dejenme ver a mi hija!

La tensa calma que se respiraba tras la liberación de Marianne Gonzaga se ha disipado rápidamente. La joven influencer, de tan solo 17 años, se encuentra en una nueva batalla, esta vez por el derecho a ver a su hija Emma, de apenas un año. Recordemos que Gonzaga fue condenada a casi tres años de prisión, pena que finalmente pudo cumplir en su domicilio. Sin embargo, la libertad no le ha devuelto la tranquilidad ni la posibilidad de abrazar a su pequeña.

El caso se complica aún más por la intrincada red de relaciones que une a los protagonistas. José Said Becerril, padre de Emma y expareja de Gonzaga, mantiene actualmente una relación con Valentina Gilabert, la modelo de 19 años que fue víctima de la agresión por la cual Marianne fue condenada. Esta conexión, sin duda, añade una capa de complejidad emocional y legal al conflicto.

Según declaraciones del abogado de Gonzaga, Héctor Ponce, Becerril se niega a permitir el contacto entre madre e hija, argumentando que la situación es demasiado reciente y delicada. Lo que llama poderosamente la atención es que, a pesar de la gravedad del incidente pasado, no existe ninguna restricción judicial que impida a Gonzaga ver a Emma. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Qué hay detrás de esta negativa? ¿Se trata de una medida de protección para la niña o una forma de castigo para Marianne?

Las especulaciones se disparan. Se rumorea que Gilabert habría costeado la fiesta de cumpleaños de Emma, celebrada el pasado sábado, un evento en el que Gonzaga solo pudo estar presente unos minutos, bajo estrictas condiciones impuestas por Becerril y la propia Gilabert. Esta aparente injerencia de la actual pareja de Becerril en la relación entre madre e hija alimenta las sospechas de una posible obstrucción intencionada.

El abogado Ponce insiste en que no se trata de una cuestión económica, sino del derecho fundamental de la niña a tener contacto con ambos padres. Un derecho que, en este caso, parece estar siendo vulnerado. La negativa de Becerril, amparada en un argumento subjetivo y sin base legal, deja a Gonzaga en una situación de total desamparo. La joven madre, que ya ha cumplido su condena ante la justicia, se enfrenta ahora a una nueva pena, la de la separación forzada de su hija.

Ante la falta de colaboración y la compleja dinámica familiar, el abogado Ponce ve inevitable la intervención de un juez. Será la justicia la que tenga la última palabra y determine si la negativa de Becerril está justificada o si, por el contrario, se trata de una vulneración del derecho de Marianne y, sobre todo, del derecho de la pequeña Emma a disfrutar del amor y la presencia de su madre. Mientras tanto, la angustia de una madre separada de su hija y la incertidumbre sobre el futuro de la pequeña Emma se mantienen en el aire. ¿Prevalecerá el derecho de la niña o los resentimientos del pasado?

Fuente: El Heraldo de México