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1 de agosto de 2025 a las 04:05
Maltrato animal: Perrito torturado en Azcapotzalco
La indignación recorre las redes sociales como un reguero de pólvora. Un nuevo video, crudo y desgarrador, expone la crueldad infligida a un ser indefenso: un perro amarrado del hocico y las patas, inmovilizado en un patio de la colonia Nueva España, en Azcapotzalco. La impotencia se palpa en cada comentario, en cada llamado a la justicia. "No soporto esto", claman las voces digitales, exigiendo que el peso de la ley caiga sobre los responsables de este acto aberrante. "¿Gente?", se preguntan, cuestionando la humanidad de quienes someten a un animal a semejante tortura. "Bestias", sentencian, con la rabia contenida ante la injusticia. La petición unánime es clara: cárcel, un castigo ejemplar que refleje la gravedad del delito. Diez años, proponen algunos, como mínimo para quienes han demostrado una total falta de empatía y respeto por la vida.
La movilización ciudadana no se ha hecho esperar. Internautas de todos los rincones se han unido en una sola voz, exigiendo la intervención inmediata de las autoridades. El clamor por el rescate del animal, por liberarlo de ese infierno de cuerdas y silencio forzado, ha resonado con fuerza en la esfera digital. Y la respuesta, afortunadamente, ha llegado. La Fundación Toby, un faro de esperanza para los animales maltratados y abandonados, ha confirmado la buena nueva: la Agencia de Atención Animal de la Ciudad de México, bajo la dirección de Ana Villagrán, ha acudido al rescate del can. La colaboración entre diferentes organizaciones, como AdoptaMX, demuestra el poder de la unión y la solidaridad en la lucha contra el maltrato animal. Un rayo de luz en medio de la oscuridad, una victoria que nos recuerda que la esperanza aún late.
Este caso, lamentablemente, no es un hecho aislado. Apenas unos días atrás, en Chalco, Estado de México, otro operativo de rescate conmovió al país. Samantha, una perrita víctima del abandono y la negligencia, fue liberada junto a otros tres compañeros de infortunio. La escena que encontraron las autoridades era dantesca: animales desnutridos, viviendo entre la basura, uno de ellos ya sin vida. Una imagen que nos golpea en el estómago y nos recuerda la cruda realidad que muchos animales enfrentan a diario. La historia de Samantha y sus compañeros es un grito desesperado que nos llama a la acción. No podemos permanecer indiferentes ante el sufrimiento animal. Debemos ser la voz de quienes no la tienen, exigir justicia y trabajar por un futuro donde el respeto y la compasión sean la norma. La labor de organizaciones como la PROPAEM (Procuraduría de Protección al Ambiente del Estado de México) es crucial en esta batalla, y es nuestro deber apoyarlas y colaborar en la medida de nuestras posibilidades. La lucha contra el maltrato animal es una responsabilidad compartida. Cada denuncia, cada rescate, cada acto de compasión nos acerca un paso más a un mundo donde todos los seres vivos sean tratados con la dignidad que merecen.
Fuente: El Heraldo de México