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1 de agosto de 2025 a las 09:25

Europa y Palestina: ¿Un nuevo comienzo?

La sombra de Auschwitz se cierne sobre Gaza. Las palabras de Teresa Ribera, vicepresidenta de la Comisión Europea, resuenan con la crudeza de una realidad ineludible: el espectro de la hambruna, la desesperación en los ojos de miles de palestinos, evoca las imágenes más oscuras de la historia. No se trata de una simple metáfora, sino de una advertencia, un grito desesperado ante la inacción de una comunidad internacional que parece observar impávida el desarrollo de una tragedia humanitaria de proporciones inimaginables. Más de 60.000 vidas segadas desde octubre de 2023, un número que se convierte en un peso insoportable sobre la conciencia europea. ¿Cómo es posible que, en pleno siglo XXI, se permita que la sombra del genocidio se extienda sobre un territorio tan pequeño, tan densamente poblado, tan cargado de historia y sufrimiento?

La decisión del Reino Unido de reconocer al Estado de Palestina, condicionada a un cambio real en la política israelí, abre una grieta en el muro de la indecisión. Se une a Francia, pionera en el G7, y a un grupo de países europeos –Suecia, España, Irlanda, Eslovenia– que ya han dado este paso. Un paso importante, sin duda, pero insuficiente. El reconocimiento, por sí solo, es un gesto simbólico si no viene acompañado de acciones concretas, de una presión real sobre Israel para que cese el fuego, detenga las anexiones en Cisjordania y se comprometa de forma genuina con la solución de dos Estados. La diplomacia simbólica, sin efectos sustantivos, es un placebo que alivia la conciencia pero no cura la enfermedad. La enfermedad, en este caso, es la ocupación, la desigualdad, la violencia, la desesperanza.

La Unión Europea se encuentra en una encrucijada. La división interna, la reticencia de algunos gobiernos –Alemania, Italia, Austria, Países Bajos– a reconocer a Palestina por temor a “recompensar el terrorismo” o “socavar el proceso de paz”, refleja la complejidad del conflicto y la dificultad de encontrar un camino que satisfaga a todas las partes. Pero la urgencia de la situación exige decisiones valientes, acciones que vayan más allá de las declaraciones de condena. Las sanciones, propuestas por Ribera, se topan con la falta de unanimidad entre los Veintisiete. ¿Hasta cuándo se permitirá que la parálisis política se imponga a la imperiosa necesidad de actuar?

El reconocimiento de Palestina no es la solución mágica, pero puede ser un catalizador para un cambio real. Un cambio que debe pasar por el apoyo a la Autoridad Palestina, por un plan político claro para Gaza y Cisjordania, por la reconstrucción de un tejido social destrozado por la guerra y el bloqueo. Un cambio que debe poner fin al ciclo de violencia y abrir las puertas a un futuro de paz y convivencia. La historia nos juzgará por nuestra capacidad de responder a esta crisis humanitaria. No podemos permitir que la indiferencia y la inacción sean la respuesta. El futuro de Palestina, y la credibilidad de la comunidad internacional, están en juego.

Fuente: El Heraldo de México