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1 de agosto de 2025 a las 08:40

Descubre el panteón mágico de Michoacán.

Naolinco, un rincón vibrante en el corazón de Veracruz, donde el tiempo parece danzar al ritmo de las tradiciones. Sus calles empedradas, como venas que recorren el cuerpo del pueblo, nos guían a través de un caleidoscopio de colores que adornan las fachadas de sus casas. Imaginen pasear bajo el sol veracruzano, rodeados de una arquitectura colonial que susurra historias de antaño, mientras el aroma a café recién hecho se entrelaza con la fragancia de las flores que adornan los balcones. En Naolinco, la tranquilidad no es un lujo, es una forma de vida. Aquí, el tiempo se detiene, invitándonos a respirar profundo y a conectar con la esencia misma de la vida.

Más allá de la belleza arquitectónica, Naolinco nos ofrece una experiencia sensorial completa. El sonido del agua cayendo en la cascada cercana nos llama a adentrarnos en la naturaleza, a sentir la frescura en la piel y a maravillarnos con la fuerza de los elementos. Para los espíritus aventureros, este rincón de Veracruz ofrece la oportunidad de reconectar con la tierra, de explorar senderos escondidos y de descubrir la magia que se oculta en la espesura del bosque.

Pero la verdadera alma de Naolinco reside en sus habitantes. Manos artesanas que dan vida al barro blanco, transformándolo en piezas únicas que reflejan la identidad de un pueblo. El talento local se manifiesta también en la elaboración de calzado y textiles, un legado que se ha transmitido de generación en generación, manteniendo viva la llama de la tradición. Visitar los talleres es una oportunidad para ser testigos del proceso creativo, de la pasión que se imprime en cada puntada, en cada molde.

Y como en todo buen pueblo mágico, la gastronomía juega un papel fundamental. El helado de berenjena, un exótico manjar que despierta la curiosidad y deleita el paladar, es una de las experiencias culinarias que no podemos dejar pasar. Las enmoladas, con su salsa oscura y espesa, nos envuelven en un abrazo de sabores auténticos, un verdadero festín para los sentidos.

El cementerio de Naolinco, declarado patrimonio histórico por el INAH, es mucho más que un lugar de descanso eterno. Es un museo al aire libre que nos transporta al siglo XIX, donde las tumbas, con sus detalles labrados, nos cuentan historias de vidas pasadas. Durante el Día de Muertos y Todos los Santos, este lugar se transforma en un escenario de color y tradición, donde la vida y la muerte se entrelazan en una celebración única.

Llegar a Naolinco es sencillo. Para quienes viajan en automóvil, las carreteras Xalapa-Misantla y Xalapa-Alto Lucero ofrecen rutas pintorescas que nos preparan para la belleza que nos espera. Si prefieren el transporte público, la central de autobuses de Banderilla, en Xalapa, ofrece conexiones regulares con una duración aproximada de una hora. Sea cual sea el camino que elijan, Naolinco les espera con los brazos abiertos, listo para compartir su magia, su historia y la calidez de su gente. Una experiencia que sin duda quedará grabada en la memoria y en el corazón.

Fuente: El Heraldo de México