
1 de agosto de 2025 a las 07:45
Bukele busca reelección indefinida en El Salvador
El rugido de la Asamblea Legislativa resonó este jueves con la aprobación de reformas constitucionales que redibujan el panorama político salvadoreño. Un cambio sísmico que permitirá al presidente Nayib Bukele, abanderado del partido Nuevas Ideas, buscar la reelección indefinidamente, extendiendo además el mandato presidencial de cinco a seis años. La votación, con una aplastante mayoría de 57 votos a favor frente a apenas tres en contra, ilustra la fuerza del oficialismo y sus aliados en el Congreso. Esta decisión, impulsada por la diputada Ana Figueroa, no solo allana el camino para la permanencia de Bukele en el poder, sino que también elimina la segunda vuelta electoral, simplificando el proceso y otorgando la victoria al candidato que obtenga la mayoría de votos en la primera ronda.
El presidente Bukele, de 44 años, ya había asegurado un segundo mandato para 2024, sorteando las restricciones constitucionales previas gracias a un controvertido fallo de la Corte Suprema en 2021. Un fallo emitido por magistrados designados por su propio partido, lo que generó una ola de críticas a nivel nacional e internacional, señalando un posible deterioro de los contrapesos democráticos. Ahora, con estas reformas, la reelección de Bukele no solo es una posibilidad, sino un derecho amparado por la ley.
Desde su llegada al poder en 2019, Bukele ha construido su liderazgo en torno a una figura controvertida, autodenominándose en alguna ocasión "el dictador más cool del mundo". Su popularidad se ha cimentado en la lucha frontal contra las pandillas, una estrategia que ha logrado reducir significativamente la violencia en el país. Esta política de "mano dura" le ha valido el reconocimiento de algunos sectores, mientras que otros denuncian violaciones a los derechos humanos. Además, su alianza con el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, especialmente tras el regreso de este último a la Casa Blanca y la aceptación de deportados en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), ha añadido otra capa de complejidad a su perfil político.
Sin embargo, el camino de Bukele no ha estado exento de espinas. La destitución de magistrados de la Sala Constitucional en 2021, orquestada por un Congreso dominado por Nuevas Ideas, fue un episodio crucial que eliminó un importante control al poder presidencial. El estado de excepción, vigente desde 2022, si bien ha permitido la detención masiva de presuntos pandilleros, también ha sido objeto de escrutinio por la suspensión de derechos constitucionales y las denuncias de detenciones arbitrarias.
La diputada Ana Figueroa, defensora acérrima de las reformas, argumenta que la limitación a la reelección presidencial era una anomalía, ya que otros cargos públicos, como alcaldes y legisladores, pueden ser reelegidos indefinidamente. Figueroa ha propuesto, además, adelantar el fin del actual mandato de Bukele de 2029 a 2027, sincronizando las elecciones presidenciales con las legislativas y permitiendo al presidente optar a un nuevo mandato de seis años antes de lo previsto. Suecy Callejas, vicepresidenta de la Asamblea, se ha sumado a las voces a favor, celebrando la "devolución del poder al pueblo salvadoreño".
En la acera opuesta, la oposición alza la voz con preocupación. Marcela Villatoro, del partido Arena, advierte sobre el peligro que estas reformas representan para la democracia salvadoreña. La reelección indefinida, argumenta Villatoro, abre la puerta a la concentración de poder, el nepotismo y la corrupción, debilitando la participación política y la pluralidad. Las críticas internacionales tampoco se han hecho esperar, condenando la detención de opositores, incluyendo abogados críticos con el gobierno, y la presión ejercida sobre organizaciones de derechos humanos, muchas de las cuales se han visto obligadas a abandonar el país.
La popularidad de Bukele, que trasciende las fronteras salvadoreñas, sigue siendo un factor clave en su liderazgo. Sin embargo, el futuro político de El Salvador se encuentra en una encrucijada, entre la promesa de estabilidad y la sombra de un poder cada vez más concentrado. El tiempo dirá si estas reformas consolidan un nuevo modelo de gobierno o marcan el inicio de una era de incertidumbre.
Fuente: El Heraldo de México