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1 de agosto de 2025 a las 22:15

Abuelita perdida tras visitar tumba de su hijo

La angustia se apoderó de la familia desde el momento en que la vieron por última vez en la Gustavo A. Madero. Una visita, cargada de amor y nostalgia, al panteón donde descansa su hijo, se convirtió en una pesadilla que nadie esperaba. Imaginen la escena: una abuelita de 65 años, con el corazón aún latiendo al ritmo del recuerdo de su hijo, desorientada y perdida en la inmensidad de Ecatepec. Un municipio tan vasto, tan poblado, que la posibilidad de encontrarla parecía una aguja en un pajar. El 30 de julio, el día que debía ser de serena reflexión, se transformó en un torbellino de incertidumbre y desesperación.

La noticia corrió como pólvora. De la alcaldía Gustavo A. Madero al municipio de Ecatepec, la preocupación se extendía con cada minuto que pasaba. Familiares, amigos, conocidos… todos unidos por un mismo sentimiento: el anhelo de encontrarla sana y salva. La imagen de la abuelita, seguramente con el rostro marcado por el paso del tiempo y la tristeza de la pérdida de su hijo, se grabó en la mente de quienes se unieron a la búsqueda. ¿Dónde estaría? ¿Habría comido? ¿Estaría a salvo del peligro que acecha en las calles?

La búsqueda se intensificó. El panteón Jardín Guadalupano, ubicado en la estratégica intersección de Avenida Central y el Metro Plaza Aragón, en la colonia Ciudad y Puerto, se convirtió en el punto de partida. Desde allí, los familiares, con el apoyo invaluable de los elementos de seguridad, extendieron sus esfuerzos como una red que buscaba capturar la esperanza. Cada rincón, cada callejón, cada avenida de Ecatepec se convirtió en un posible escenario del reencuentro.

La providencia, en forma de patrullaje policial, se hizo presente en la avenida R1, en la colonia Miguel Hidalgo. Allí, el encuentro con los familiares de la abuelita desaparecida marcó un punto de inflexión en la historia. La comunicación fluyó, la descripción de la mujer se compartió, y la maquinaria policial se puso en marcha a toda velocidad. Los grupos policiacos se activaron, las radios transmitieron la información, y la búsqueda se convirtió en una prioridad. Dos horas que parecieron una eternidad. Dos horas de tensión, de incertidumbre, de ruegos silenciosos. Dos horas en las que la esperanza se aferraba a un hilo cada vez más delgado.

Finalmente, un reporte. Una mujer desorientada deambulando por la colonia Santa Clara Coatitla. La descripción coincidía. La posibilidad de que fuera ella latía con fuerza en el pecho de los familiares. Los policías, con la cautela y la sensibilidad que la situación requería, abordaron a la mujer. No recordaba dónde estaba su casa. La confusión reinaba en su mirada.

Las fotografías, enviadas con la velocidad del rayo a través de los dispositivos móviles, confirmaron lo que todos esperaban. Era ella. La abuelita había sido encontrada. Sana y salva. El alivio inundó a la familia. La pesadilla había terminado. El reencuentro, sin duda cargado de emoción y lágrimas, puso fin a la angustia. Una historia con final feliz, gracias a la solidaridad, a la perseverancia y a la eficacia de los cuerpos de seguridad. Un recordatorio de que la esperanza, aunque a veces parezca tenue, nunca debe abandonarnos. Y un testimonio de la importancia de la colaboración ciudadana en momentos de crisis.

Fuente: El Heraldo de México