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1 de agosto de 2025 a las 01:25

Voladores de Papantla ¡Salvados del Abismo!

Un escalofrío recorrió las redes sociales al difundirse el angustioso video donde un grupo de Voladores de Papantla, a más de 20 metros de altura en Coyomeapan, Puebla, estuvo a punto de sufrir una tragedia. La danza ritual, parte de los festejos de la Feria de la Manzana, se transformó en segundos en una escena de tensión, capturando la fragilidad de la tradición frente a los imprevistos de la naturaleza.

La perspectiva única de un dron, volando a la par de los danzantes, nos permite apreciar la magnitud del riesgo. El zumbido de las flautas y el ritmo ancestral de los tambores, que usualmente evocan la conexión con lo divino, quedaron súbitamente opacados por el temor. En la cima del imponente poste, el caporal, ataviado con su vistoso penacho de plumas multicolores, perdió el equilibrio, aparentemente por una ráfaga de viento inesperada.

La imagen es impactante: el cuerpo del danzante se inclina peligrosamente hacia el vacío, mientras sus compañeros, suspendidos en el aire por las cuerdas que los unen al poste, reaccionan con una sincronía admirable. En un acto reflejo, un abrazo colectivo lo rodea, frenando su caída y evitando lo que podría haber sido un fatal accidente. La tensión se palpa en cada fotograma del video, transmitiendo la angustia de los presentes y la incertidumbre del desenlace.

Este incidente nos recuerda la audacia y la precisión que requiere la Danza de los Voladores de Papantla, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Más allá del espectáculo visual, esta ceremonia prehispánica, originaria de Papantla, Veracruz, es un acto de profunda significación espiritual. Representa la conexión entre el cielo y la tierra, una plegaria por la fertilidad de la tierra, la abundancia de las cosechas y el bienestar de la comunidad.

El poste, que puede alcanzar hasta los 40 metros de altura, simboliza el axis mundi, el eje cósmico que une los diferentes planos de la existencia. El caporal, que permanece en la cima, encarna al sol, mientras que los cuatro voladores representan los puntos cardinales y los elementos fundamentales: tierra, aire, fuego y agua. Su descenso en espiral, imitando el vuelo de las aves, es una metáfora del ciclo de la vida y la renovación constante.

El incidente en Coyomeapan, aunque afortunadamente sin consecuencias graves, pone de manifiesto la importancia de la preparación, la concentración y el respeto por la tradición en la ejecución de esta danza ancestral. Nos invita a reflexionar sobre la valentía de estos hombres que, año tras año, se entregan a un ritual que desafía la gravedad y nos conecta con las raíces más profundas de nuestra cultura. Es un recordatorio de la fragilidad de la vida y la importancia de preservar este legado ancestral para las futuras generaciones. ¿Qué medidas de seguridad se deberían implementar para minimizar los riesgos en este tipo de eventos? ¿Cómo podemos asegurar que la tradición se mantenga viva sin poner en peligro la vida de los danzantes? Estas son preguntas que la comunidad y las autoridades deben abordar para garantizar la continuidad de esta fascinante y arriesgada tradición.

Fuente: El Heraldo de México