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1 de agosto de 2025 a las 02:35
Un México con igualdad laboral.
En un México que se esfuerza por avanzar hacia un futuro más equitativo, la persistente brecha salarial entre hombres y mujeres se erige como un obstáculo ineludible en el camino hacia la justicia social. A pesar de los avances en materia de igualdad de género, la realidad es que, en promedio, las mujeres mexicanas perciben un 14.6% menos que sus homólogos masculinos por realizar labores de igual valor, una cifra que no solo refleja una desigualdad económica, sino que también expone una profunda injusticia arraigada en las estructuras laborales y culturales del país.
Este desequilibrio salarial no se limita a ser una mera estadística; se traduce en una tangible desventaja para las mujeres en todos los ámbitos de su vida. Limita su acceso a oportunidades, perpetúa ciclos de pobreza y refuerza estereotipos de género que obstaculizan el desarrollo pleno de su potencial. Es un lastre que frena el progreso de la sociedad en su conjunto, privándola de la invaluable contribución de las mujeres en igualdad de condiciones.
Si bien la brecha salarial afecta a todas las mujeres trabajadoras, sus consecuencias son particularmente devastadoras para aquellas que se desempeñan en sectores tradicionalmente feminizados, como la educación básica. En estos ámbitos, la mayoría del personal docente está compuesto por mujeres, muchas de las cuales perciben salarios que apenas rozan el mínimo vital. Resulta paradójico, y a la vez indignante, que quienes se dedican a formar a las futuras generaciones, a moldear las mentes del mañana, sean relegadas a una situación de precariedad económica.
Por otro lado, en sectores emergentes, como la tecnología y las finanzas, la escasa representación femenina en puestos de liderazgo no solo limita su acceso a salarios más competitivos, sino que también perpetúa un círculo vicioso que dificulta su ascenso profesional. Esta falta de referentes femeninos en posiciones de poder refuerza la idea de que ciertos espacios laborales son exclusivos para los hombres, lo que desalienta a las jóvenes a perseguir carreras en estas áreas y perpetúa la desigualdad.
Para revertir esta situación, es imperativo implementar políticas públicas que promuevan la transparencia salarial y la igualdad de oportunidades en el acceso al empleo y la promoción profesional. Las empresas deben asumir la responsabilidad de erradicar la discriminación de género en sus prácticas de contratación y remuneración, estableciendo mecanismos claros y objetivos para la evaluación del desempeño y la asignación de salarios. Asimismo, es fundamental fomentar una cultura de igualdad desde la infancia, educando a las nuevas generaciones en valores de respeto y equidad, para que la igualdad de género no sea una aspiración, sino una realidad tangible.
La lucha por la equidad salarial no es una batalla exclusiva de las mujeres; es una tarea que nos compete a todos. Hombres y mujeres debemos unirnos en un frente común para desmantelar las estructuras patriarcales que perpetúan la discriminación y construir una sociedad más justa e igualitaria, donde el talento y el esfuerzo sean los únicos criterios para determinar el valor del trabajo, sin importar el género de quien lo realiza. El futuro de México depende de la plena participación de todas las personas, y la equidad salarial es un paso fundamental para alcanzar ese objetivo. No podemos permitirnos esperar un siglo más; el momento de actuar es ahora.
Fuente: El Heraldo de México