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31 de julio de 2025 a las 21:45

Tragedia escolar: Domingo, 9 años, muere por sus cuadernos.

Una sombra de tristeza se cierne sobre el caserío Suntelaj en San Miguel Acatán, Huehuetenango. La comunidad entera se encuentra consternada por la trágica e inesperada partida de Domingo Manuel Tomás, un niño de tan solo 9 años, cuya sed de conocimiento lo llevó a un fatal desenlace. Una historia que nos conmueve y nos obliga a reflexionar sobre las realidades que enfrentan muchas familias en nuestro país.

Domingo, como cualquier otro día, se dirigió a la escuela con la ilusión de aprender. Sin embargo, al llegar se percató de un olvido que marcaría su destino: sus útiles escolares. El maestro, siguiendo las normas, no le permitió el ingreso a clases. Con la inocencia y la determinación propia de su edad, Domingo decidió regresar a casa para recuperar su cuaderno y poder reunirse con sus compañeros. Pero el hogar, que usualmente representa seguridad y cobijo, se convirtió en el escenario de una tragedia evitable.

Sus padres, ambos trabajadores, habían salido temprano para ganarse el sustento diario y asegurar el futuro de su hijo. Como medida de seguridad, habían cerrado la puerta con candado, una práctica común en la zona. Domingo, al encontrarse con la puerta cerrada, se vio abrumado por la desesperación. La imagen de sus compañeros en clase, el deseo de aprender, la angustia de no poder entrar… todo se conjugó en un instante que lo llevó a tomar una decisión fatal.

Con la agilidad propia de la infancia, Domingo decidió escalar el techo de su humilde vivienda. Allí, entre las láminas y la pared, existía un pequeño hueco, un acceso improvisado que en otras ocasiones quizás le había permitido entrar a la casa. Su objetivo era simple: recuperar sus útiles y regresar a la escuela. Pero el destino le tenía preparado un cruel desenlace. Su pequeña cabeza quedó atrapada en la estructura, impidiéndole respirar. En silencio, en la soledad de su hogar, Domingo perdió la vida asfixiado.

El tiempo transcurría y la ausencia de Domingo comenzó a preocupar a los vecinos. Al ver su cuerpo suspendido entre las láminas, la consternación se apoderó del caserío. Rápidamente llamaron a los padres, quienes llegaron para encontrarse con la más dolorosa de las escenas: su hijo, sin vida, atrapado en el techo que debía protegerlo.

La tragedia de Domingo Manuel Tomás ha conmocionado a todo Huehuetenango. La pobreza y la falta de recursos de la familia se hicieron evidentes ante la necesidad de un ataúd para velar al pequeño. La solidaridad de la comunidad no se hizo esperar. Vecinos y habitantes de otros municipios se unieron para donar lo necesario y brindar un último adiós a Domingo, un niño que perdió la vida en su afán por estudiar.

Esta desgarradora historia nos llama a la reflexión. Nos invita a pensar en las dificultades que enfrentan muchas familias en el acceso a la educación y en la necesidad de fortalecer las redes de apoyo para que ninguna otra vida se pierda en circunstancias tan dolorosas. El recuerdo de Domingo debe servir como un llamado a la acción para construir un futuro donde todos los niños tengan la oportunidad de aprender y alcanzar sus sueños sin poner en riesgo sus vidas. La memoria de Domingo, su anhelo por el conocimiento, debe ser una semilla de esperanza para un futuro mejor.

Fuente: El Heraldo de México