
31 de julio de 2025 a las 16:25
Reguetón contra Parkinson: Música que sana
El Parkinson, esa enfermedad neurodegenerativa que roba el control del cuerpo, la fluidez del movimiento y la potencia de la voz, podría encontrar un aliado inesperado en el ritmo contagioso del reguetón. Imaginen, un género musical a menudo criticado por su simplicidad, emergiendo como una posible herramienta terapéutica para combatir los temblores, la rigidez y la dificultad de movimiento que caracterizan a esta dolencia. No se trata de una cura milagrosa, pero sí de una ventana de esperanza que se abre gracias a investigaciones científicas que exploran el poder de la música en el cerebro.
Un estudio publicado por el National Center for Biotechnology Information, y respaldado por publicaciones en prestigiosas revistas científicas como Neuroscience, ha puesto al reguetón en el centro de la atención. La investigación, liderada por neurocirujanos de renombre como Jesús Martín-Fernández, revela que este género musical activa áreas cerebrales clave de manera más significativa que otros estilos como la música clásica, el folklore o la electrónica. Hablamos de las áreas auditivas, encargadas del procesamiento del sonido, las motoras, responsables del movimiento, y los ganglios basales, implicados en la modulación del movimiento, el placer y el aprendizaje.
Precisamente, los ganglios basales son el epicentro del Parkinson. Es en esta zona profunda del cerebro donde se originan las disfunciones que provocan los síntomas devastadores de la enfermedad. El hecho de que el reguetón active esta área de forma tan notable abre un abanico de posibilidades terapéuticas. ¿Podría el ritmo repetitivo y la vibrante energía del reguetón estimular los ganglios basales y mitigar los efectos del Parkinson? La ciencia aún se encuentra en las etapas iniciales de la investigación, pero los resultados preliminares son prometedores.
El estudio, realizado con 28 participantes sin formación musical previa y con gustos musicales diversos, se basó en resonancias magnéticas funcionales. Mientras los voluntarios escuchaban diferentes géneros musicales sin letra, se analizaba la actividad cerebral, observando qué áreas recibían mayor flujo de oxígeno, un indicador de activación neuronal. El reguetón se destacó por encima del resto, activando no solo las áreas auditivas, como era de esperar, sino también las motoras, sugiriendo una conexión directa entre el ritmo y el movimiento.
Este fenómeno no es del todo nuevo. Ya en los años 50, Oliver Sacks, en su libro "Musicofilia", describía cómo pacientes con Parkinson experimentaban una mejora en la fluidez de sus movimientos al escuchar música con ritmos sencillos y repetitivos. El reguetón, con su cadencia predecible y su base rítmica constante, parece encajar en este perfil. Es como si la música preparara al cuerpo para el baile, estimulando las áreas motoras y facilitando la coordinación.
La complejidad de la música clásica, por el contrario, parece jugar en su contra en este contexto. Al ser menos predecible y requerir un procesamiento cognitivo más elaborado, activa un menor número de áreas cerebrales, resultando menos efectiva para estimular las zonas motoras afectadas por el Parkinson.
Si bien aún queda mucho por investigar, estos hallazgos abren la puerta a nuevas estrategias terapéuticas que incorporen la música, y en particular el reguetón, en el tratamiento del Parkinson y otras enfermedades neurodegenerativas. Imaginen un futuro donde la música no solo sea una fuente de placer y entretenimiento, sino también una herramienta para recuperar el control del propio cuerpo y mejorar la calidad de vida de quienes padecen estas dolencias. El reguetón, a menudo relegado a un segundo plano en el panorama musical, podría tener un papel crucial que desempeñar en esta revolución terapéutica.
Fuente: El Heraldo de México