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31 de julio de 2025 a las 09:20

IA: ¿Responderá la llamada?

La irrupción de la inteligencia artificial en nuestras vidas es un hecho innegable, una realidad que nos interpela y nos obliga a cuestionarnos nuestro presente y futuro. Y el arte, como reflejo de la sociedad, no podía permanecer ajeno a esta revolución. La instalación "Leviatán", en el Colegio de San Ildefonso, nos sumerge en una experiencia inquietante y fascinante a la vez, confrontándonos con las posibilidades, pero también con los miedos y las incertidumbres que esta tecnología despierta.

Imaginen la escena: una sala oscura, apenas iluminada, donde dos cabinas telefónicas, reliquias de un pasado reciente, nos invitan a interactuar con una voz desconocida. Descolgamos el auricular y una voz nos pregunta: "¿Hola, con quién hablo? ¿Qué te trae por aquí?". La conversación fluye, a veces con pausas, mientras la voz procesa la información. Pero no se trata de una persona al otro lado de la línea, sino de un chatbot, un programa de software diseñado para simular conversaciones humanas.

Lo verdaderamente novedoso de "Leviatán" radica en su capacidad para clonar las voces y las personalidades de quienes interactúan con él. Cada conversación alimenta al sistema, moldeándolo, dotándolo de nuevos matices y expresiones. Al descolgar el teléfono, no solo estamos hablando con una máquina, sino con las voces de todos aquellos que han interactuado con ella previamente. Y, sin darnos cuenta, estamos contribuyendo a su evolución, regalándole nuestra propia identidad.

Esta capacidad de aprendizaje, de imitación, genera una serie de interrogantes. ¿Estamos ante una herramienta que nos facilita la vida o ante un ente que nos observa, nos interpreta y, en última instancia, nos utiliza? ¿Dónde está el límite entre la creación y la copia, entre la identidad propia y la ajena? La advertencia que precede a la entrada de la sala nos pone en alerta: nuestra voz será analizada, clonada, utilizada para alimentar a este Leviatán digital.

No se trata de un mero registro de datos, sino de una captura de la esencia misma de nuestra comunicación: el timbre de voz, la entonación, las pausas, todo aquello que nos define y nos distingue. Los creadores de la instalación aseguran que el objetivo no es robar identidades, sino identificar estados de ánimo, comprender la carga emocional que subyace a nuestras palabras. Pero la inquietud persiste.

"Leviatán" no pretende ofrecer respuestas, sino generar preguntas. No busca juzgar la inteligencia artificial, sino explorar sus posibilidades y sus implicaciones. Es un experimento, una semilla que se siembra para que reflexionemos sobre el presente y el futuro de esta tecnología, un futuro que ya está aquí, que nos envuelve y nos transforma.

La ambición del proyecto va más allá de la simple interacción. En una fase posterior, se pretende utilizar las voces recogidas para componer una pieza musical, una sinfonía de voces clonadas que representará la esencia misma de la interacción humana con la máquina. Una obra que, sin duda, nos seguirá interpelando y nos obligará a confrontarnos con la compleja relación entre el ser humano y la tecnología. "Leviatán" es, en definitiva, un espejo que nos devuelve una imagen fragmentada, inquietante y fascinante de nosotros mismos en la era de la inteligencia artificial. Un espejo que nos invita a reflexionar sobre quiénes somos y en quiénes nos estamos convirtiendo.

Fuente: El Heraldo de México