
31 de julio de 2025 a las 09:10
Descubre La Falla
El desencanto se palpa en el aire. No por los viajes a Japón, ni a la Luna, sino por la ausencia, por la falta de compromiso con el trabajo en el Consejo. No se critica el descanso, ni el gusto por la ropa de diseñador, sino el descuido, la falta de sensibilidad, sobre todo cuando se ha crecido bajo el escrutinio constante de los medios. Hospedarse en hoteles de lujo no es el problema, la verdadera falla reside en replicar las conductas criticadas del adversario, en caer en los mismos vicios que se denunciaban con fervor.
Celebrar 40 años de matrimonio en Europa no es un pecado, la atracción por el dinero es inherente al ser humano. El punto crucial es la desconexión, la incapacidad para comprender que se representa a un movimiento popular, un movimiento forjado en la austeridad republicana, en los principios juaristas de "vivir en la justa medianía" y en la convicción de que "no puede haber un gobierno rico con pueblo pobre". AMLO y Claudia Sheinbaum han construido su liderazgo en torno a estos ideales, y ver cómo se desdibujan en las prácticas de algunos legisladores genera una profunda desazón.
La vida en Capri, el rancho presumido en redes sociales, no son la raíz del problema. La falla radica en la desconexión con la realidad del pueblo, en la falta de empatía con los más necesitados. Estas acciones evidencian una pertenencia superficial al movimiento, una falta de compromiso real con sus principios.
Las aspiraciones presidenciales son legítimas, pero no lo es boicotear a la Presidenta y al programa de nación para alcanzarlas. Utilizar el poder para fines personales, en lugar de servir al pueblo, es una traición a la confianza depositada. Pagar las cuentas con recursos propios no es cuestionable, pero olvidar que se es funcionario público, que el salario (en teoría) proviene del presupuesto, muestra una preocupante falta de ética.
Trabajar a distancia, desde Portugal, no es el problema. La falla está en olvidar la responsabilidad que conlleva ser Secretario de Estado, en representar a una Presidenta que ha hecho de la austeridad su bandera. Buscar la mejora económica personal es válido, pero no a costa de utilizar la 4T como una agencia de empleo para saciar aspiraciones personales. El problema no son los morenistas costeando carreras políticas, sino el origen, la procedencia, la transparencia (o falta de ella) del dinero utilizado.
En el caso de la maestra Irma Hernández, el error no está en el infarto inicialmente declarado, sino en la torpe gestión de la gobernadora, en su intento por manipular la realidad y la percepción pública, dos elementos que no siempre coinciden. Chantajerar a los prianistas para obtener sus votos en reformas fundamentales es una práctica cuestionable, pero premiarlos, utilizar el aparato del Estado para lavar su imagen, es un acto de cinismo político.
La política tiene sus claroscuros, es un terreno complejo. El problema no reside ahí, sino en la superioridad moral que algunos morenistas pregonan, una actitud que contradice la humildad y la cercanía con el pueblo que deberían caracterizarlos.
El obradorismo no es el problema. La falla reside en considerarlo como la única directriz ideológica, invisibilizando las diversas luchas sociales que han construido la izquierda. Morena no es enteramente de izquierda, y diversos movimientos sociales la han rebasado por ese flanco, esa es la realidad. Abrir las puertas de Morena fue un gesto de inclusión, pero permitir la entrada de personajes cuestionables y otorgarles posiciones de poder ha sido un error garrafal.
Confío en que la Presidenta logrará sortear este cisma político, esta "purga", como algunos la llaman. El futuro del movimiento depende de su capacidad para retomar los principios que lo originaron, para reconectar con el pueblo y para deslindarse de aquellos que han traicionado su esencia. El camino es complejo, pero la esperanza aún persiste.
Fuente: El Heraldo de México