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30 de julio de 2025 a las 07:40

Tsunamis gigantes: ¿América en peligro?

La tierra ha vuelto a temblar, recordándonos la fuerza implacable de la naturaleza y la fragilidad de nuestras costas. Un potente terremoto submarino cerca de Rusia ha desatado la furia del océano, generando una alerta de tsunami que se extiende a lo largo del Pacífico, poniendo en vilo a América, Asia y las islas del océano. La amenaza invisible de las olas gigantes se cierne sobre nosotros, un recordatorio de que la tranquilidad del mar puede transformarse en un instante en una fuerza devastadora.

Ecuador y Hawái se encuentran en el ojo del huracán, con pronósticos que anticipan olas monstruosas, superando los 3 metros de altura. Imaginen la inmensidad de una pared de agua, tres veces la altura de una persona, desplomándose sobre la costa, arrasando con todo a su paso. Las autoridades han activado las alarmas, las sirenas rompen el silencio, instando a la evacuación, a la búsqueda de refugio en zonas altas. La naturaleza nos da un ultimátum, una oportunidad para escapar de su ira. En las Islas Galápagos, paraíso natural de biodiversidad única, las playas se vacían, los muelles quedan desiertos, una imagen fantasmal de lo que podría ser la devastación.

Mientras tanto, en la lejana Hawái, la alerta resuena con la misma intensidad. Honolulu, la vibrante capital, se prepara para el impacto. Las sirenas aúllan, un lamento que se mezcla con el sonido del mar, presagiando la llegada del tsunami. La Guardia Costera ha cerrado los puertos, una medida drástica pero necesaria para proteger las vidas humanas y evitar mayores tragedias.

Pero la amenaza no se limita a estas islas. A lo largo de la costa del Pacífico, desde Chile hasta Japón, la alerta se extiende como una onda expansiva. En Chile, Costa Rica, la Polinesia Francesa, Guam y otras islas del Pacífico, las olas podrían alcanzar entre 1 y 3 metros, una fuerza considerable capaz de causar daños significativos. Colombia, México, Nueva Zelanda, Tonga, Taiwán, Australia… la lista de países en riesgo se alarga, un rosario de nombres unidos por la amenaza común. Incluso en las costas de Asia, la sombra del tsunami se proyecta, aunque con menor intensidad.

La incertidumbre se suma a la angustia. Las primeras mediciones en Japón indican olas menores a las esperadas, un respiro que alivia la tensión pero no la elimina por completo. La dirección de la energía del tsunami es clave, explican los expertos. La falla submarina, al romperse, ha dirigido la fuerza del agua principalmente hacia Hawái y Sudamérica, concentrando la furia del océano en estas regiones, a pesar de la distancia que las separa del epicentro.

En este escenario de incertidumbre y peligro, las autoridades hacen un llamado a la responsabilidad. No se trata solo de proteger nuestras vidas, sino también las de quienes arriesgan las suyas para salvarnos. Acercarse a la costa para tomar fotografías no es un acto de valentía, sino de imprudencia. No es una ola, son varias, una serie de embates implacables que pueden arrastrarnos al abismo. No pongamos en riesgo a los equipos de rescate, que trabajan contrarreloj para protegernos. La solidaridad y la prudencia son nuestras mejores armas en estos momentos de angustia. Escuchemos las advertencias, sigamos las instrucciones, y esperemos que la furia del océano se disipe pronto, dejando tras de sí la calma y la esperanza.

Fuente: El Heraldo de México