La tragedia se cernió sobre una tranquila noche de lunes en Rosario. Un joven de tan solo 24 años, David P., perdió la vida en su propio hogar mientras intentaba proteger a sus mascotas. El escenario, su patio, se convirtió en el testigo silencioso de una cadena de eventos desafortunados que culminaron en un desenlace fatal.

Cerca de las once de la noche, el sonido de una pelea canina alertó a David. Al salir a investigar, descubrió a sus dos perros forcejeando cerca de una reja metálica. Lo que en principio parecía una disputa común entre animales, se transformó en una trampa mortal. Un cable suelto, invisible al ojo desprevenido, había electrificado la estructura.

En un acto reflejo de amor y protección hacia sus compañeros de cuatro patas, David intentó separarlos. Sin embargo, al tocar la reja, una poderosa descarga eléctrica lo atravesó. La fuerza del impacto lo lanzó hacia atrás, provocando la caída de un horno de cocina que se encontraba cerca. El golpe en la cabeza fue devastador.

La escena que siguió fue desgarradora. Los gritos de auxilio de la pareja de David resonaron en la noche, alertando a los vecinos. Una vecina, aún conmocionada, relató a la prensa local la desesperación de la joven mientras su hija intentaba reanimar a David, a la vez que llamaban al servicio de emergencias.

La llegada de la ambulancia del SIES no pudo cambiar el trágico destino. Los paramédicos confirmaron el fallecimiento en el lugar. El cuerpo de David yacía en el patio, rodeado por la incredulidad y el dolor de su familia y vecinos. A la tragedia se sumó la angustia de una posible explosión, ya que el horno, al caer, liberó olor a gas. La rápida intervención de las autoridades permitió controlar la situación y evitar un nuevo desastre.

La Fiscalía de Homicidios Culposos tomó las riendas del caso. La investigación se centra en determinar si existió negligencia en las instalaciones eléctricas de la vivienda y si alguien tenía conocimiento previo del peligro que representaba el cable suelto. Peritos especializados analizarán las conexiones eléctricas para esclarecer las circunstancias que llevaron a este fatal accidente.

Este lamentable suceso nos recuerda la importancia de la seguridad eléctrica en nuestros hogares. Las autoridades instan a la población a revisar periódicamente sus instalaciones. Un cable en mal estado, una conexión sin aislar o una instalación antigua pueden ser una amenaza silenciosa. La electricidad, invisible e implacable, puede cargar objetos metálicos como rejas, puertas e incluso electrodomésticos, sin que nos demos cuenta.

Ante cualquier señal de alerta, como cables pelados, enchufes rotos o conexiones deficientes, es fundamental contactar a un electricista matriculado. No debemos subestimar el peligro. La prevención es la clave para evitar tragedias como la que enlutó a una familia en Rosario.

Si convivimos con mascotas, la precaución debe ser aún mayor. Debemos asegurarnos de que los espacios donde se mueven estén libres de cables expuestos o aparatos eléctricos que puedan representar un riesgo. La seguridad de nuestros seres queridos, tanto humanos como animales, es nuestra responsabilidad.

La memoria de David nos recuerda que la vida puede cambiar en un instante. Un simple descuido, una falla imperceptible, puede tener consecuencias devastadoras. Que su historia sirva como un llamado a la conciencia, para que revisemos nuestras instalaciones eléctricas y protejamos lo que más queremos.