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31 de julio de 2025 a las 01:35

Rosalía responde: No soy el enemigo

El silencio de los famosos ante las injusticias globales se ha convertido en un tema candente en la era de las redes sociales. El caso de Rosalía y su postura inicial sobre el conflicto en Palestina ilustra perfectamente esta compleja dinámica. ¿Es la inacción sinónimo de complicidad? ¿Deben las figuras públicas pronunciarse sobre cada conflicto internacional? ¿Cuál es el límite entre la responsabilidad social y la presión ejercida por la opinión pública? La respuesta, como casi siempre, no es sencilla.

La avalancha de críticas que recibió Rosalía, acusándola de indiferencia por su silencio inicial, pone de manifiesto la enorme influencia –y por ende, la responsabilidad– que tienen las figuras públicas en el siglo XXI. Millones de personas siguen sus pasos, escuchan su música y, consciente o inconscientemente, absorben sus opiniones. En este contexto, el silencio puede interpretarse como una toma de postura, una aceptación tácita del status quo. Es comprensible, por tanto, la indignación de quienes esperaban una condena explícita por parte de la artista.

Sin embargo, la defensa de Rosalía también invita a la reflexión. Argumentar que su silencio no equivale a complicidad, que no pronunciarse públicamente no significa indiferencia ante el sufrimiento ajeno, abre un debate crucial. ¿Es obligatorio, o siquiera productivo, exigir a todos los artistas, deportistas o influencers que se conviertan en expertos en geopolítica y se pronuncien sobre cada conflicto internacional? ¿No existe el riesgo de trivializar la tragedia con declaraciones superficiales o mal informadas?

La cantante, en su comunicado, apuntó a los verdaderos responsables: aquellos que tienen el poder de detener la violencia, los líderes políticos y las instituciones internacionales. En este sentido, su argumento cobra fuerza. ¿No sería más efectivo canalizar la indignación y la presión social hacia quienes realmente pueden marcar la diferencia? En lugar de exigir pronunciamientos a artistas y famosos, ¿no deberíamos centrar nuestros esfuerzos en exigir acciones concretas a quienes ostentan el poder?

El debate trasciende el caso particular de Rosalía. Nos obliga a repensar el rol de las figuras públicas en el complejo panorama geopolítico actual. Nos invita a preguntarnos qué significa realmente comprometerse con una causa, y cómo podemos canalizar nuestra indignación de forma efectiva para construir un mundo más justo. Quizás, en lugar de buscar culpables en el silencio de los famosos, deberíamos centrarnos en amplificar las voces de quienes trabajan día a día sobre el terreno, los periodistas, activistas y organizaciones humanitarias que arriesgan sus vidas para informar y ayudar a las víctimas de estos conflictos. Ellos, sin duda, merecen nuestra atención y nuestro apoyo. El camino hacia la paz y la justicia requiere más que un simple hashtag o un comunicado en Instagram. Requiere acción, compromiso real y una profunda reflexión sobre nuestro papel en un mundo cada vez más interconectado.

Fuente: El Heraldo de México