
30 de julio de 2025 a las 09:15
Revolucionando la Política: Éxitos Ciudadanos
En el corazón de la transformación política que vive México, se encuentra un cambio de paradigma fundamental: la resignificación de la política pública. Ya no se concibe como un ejercicio tecnocrático, frío y distante, elaborado en los gabinetes cerrados del poder, sino como un vínculo vivo y dinámico con el territorio y sus habitantes. Este cambio, impulsado por gobiernos progresistas como el de la Dra. Claudia Sheinbaum, ha puesto en el centro a quienes históricamente fueron marginados: los pueblos originarios, los barrios, las mujeres, la gente común, las voces que antes eran un susurro en los márgenes del poder.
La clave de este nuevo enfoque radica en la participación ciudadana. La política pública efectiva no se impone verticalmente, sino que se construye horizontalmente, involucrando a las personas en el proceso de cambio. El diálogo, la escucha atenta y la colaboración son las herramientas que permiten diseñar soluciones a la medida de las necesidades reales de la comunidad. En Tlalpan, por ejemplo, los tequios se han convertido en un símbolo de esta transformación. Vecinas y vecinos se organizan para mejorar sus calles, demostrando que la participación comunitaria es la fuerza motriz del cambio. A través de talleres de capacitación, adquieren nuevas habilidades, emprenden proyectos productivos, como la cría de gallinas ponedoras, y fortalecen el tejido social. En cada una de estas acciones, se construye comunidad, se comparte conocimiento y se empodera a la gente.
Programas como "Mujeres Tlalpenses Produciendo con Huevos" son un ejemplo paradigmático de esta nueva visión. No se trata simplemente de entregar gallinas, sino de sembrar un proceso de transformación. Las mujeres reciben capacitación técnica, seguimiento constante y un espacio para compartir experiencias, creando una red de apoyo mutuo que fortalece sus capacidades. Aprenden a administrar recursos, a adaptarse a su entorno y a convertir lo doméstico en una plataforma de organización económica. Este programa no solo promueve la autosuficiencia alimentaria y el ahorro en el hogar, sino que empodera a las mujeres, brindándoles las herramientas para emprender y ser protagonistas de su propio desarrollo.
Esta es la diferencia crucial: una política pública que administra recursos versus una política pública que siembra procesos. Una que entrega soluciones preconcebidas versus una que genera capacidades y empodera a las personas. Los cambios duraderos no se decretan desde arriba, se construyen desde abajo, colectivamente, con la participación activa de la comunidad.
El trabajo social, cuando se realiza con visión política y ética pública, se convierte en la expresión más cercana y humana de la política. Es el punto de encuentro entre el Estado y la gente, basado en el reconocimiento mutuo y no en la dádiva. En esta nueva forma de hacer política, las pequeñas acciones que modifican las estructuras de relación son tan importantes como las grandes obras. La justicia social no se impone, se teje desde abajo, con la participación de todos.
Morena ha impulsado esta agenda, entendiendo que gobernar no es solo administrar, sino generar sentido de comunidad. La Dra. Claudia Sheinbaum, durante su gestión como Jefa de Gobierno, demostró que una política pública bien diseñada, como la de los PILARES o el programa de mejoramiento barrial, puede activar procesos colectivos donde antes reinaba el abandono. En Tlalpan, esta lógica se sigue perfeccionando. Se entrega, sí, pero también se escucha, se enseña, se camina junto a la gente. Y es en ese caminar conjunto donde ocurre la magia: la política deja de ser una promesa lejana y se convierte en una experiencia compartida, en una construcción colectiva que transforma la realidad.
Fuente: El Heraldo de México