
30 de julio de 2025 a las 17:35
Pescados que combaten el cáncer
La lucha contra el cáncer es una batalla que se libra en múltiples frentes, y la alimentación juega un papel crucial. Si bien no existe una bala mágica, la ciencia nos ofrece pistas valiosas sobre cómo podemos fortalecer nuestras defensas a través de lo que comemos. El pescado, un alimento milenario, emerge como un aliado potencial en esta lucha, ofreciendo una serie de beneficios que podrían contribuir a la prevención de ciertos tipos de cáncer.
Diversos estudios, incluyendo investigaciones del World Cancer Research Fund, han arrojado luz sobre la relación entre el consumo de pescado y la reducción del riesgo de cáncer de intestino e hígado. Estos hallazgos, si bien prometedores, nos invitan a profundizar en el fascinante mundo de las especies marinas y a comprender las particularidades de cada una. No todos los peces son iguales, y es crucial discernir entre aquellos que nos protegen y aquellos que, en determinadas preparaciones, podrían representar un riesgo. Por ejemplo, el pescado salado al estilo cantonés, un manjar en algunas culturas, se ha asociado con un mayor riesgo de cáncer nasofaríngeo, un tipo raro de cáncer de cabeza y cuello. Este dato subraya la importancia de una alimentación variada y equilibrada, y la necesidad de informarnos sobre las propiedades de los alimentos que consumimos.
El Servicio Nacional de Salud (NHS) del Reino Unido, una institución reconocida por su rigor científico, recomienda incluir al menos dos raciones de pescado a la semana en nuestra dieta, una de las cuales debería ser de pescado azul. Esta recomendación se basa en el valor nutricional del pescado, rico en proteínas, vitaminas y minerales esenciales para el correcto funcionamiento del organismo. El pescado blanco, por ejemplo, es una excelente fuente de vitamina B12, fundamental para la formación de glóbulos rojos y el mantenimiento del sistema nervioso. Por otro lado, el pescado azul, como el salmón, la caballa, las sardinas, el arenque y el atún, destaca por su contenido en ácidos grasos omega-3 de cadena larga, nutrientes clave para la salud cardiovascular y cerebral. No podemos olvidar los mariscos, bajos en grasas saturadas y ricos en proteínas, selenio, zinc y yodo, minerales que contribuyen a fortalecer nuestro sistema inmunológico.
A la hora de preparar el pescado, debemos optar por métodos de cocción saludables, como al vapor, al horno o a la parrilla, evitando las frituras que pueden generar compuestos perjudiciales para la salud. Tanto el pescado fresco como el congelado e incluso el enlatado en agua o aceite de oliva, conservan sus propiedades nutritivas y pueden formar parte de una dieta equilibrada.
Es importante recordar que la prevención del cáncer es un proceso multifactorial que abarca diversos aspectos de nuestro estilo de vida. Si bien el consumo de pescado puede contribuir a reducir el riesgo, es fundamental complementarlo con otros hábitos saludables, como una dieta rica en frutas, verduras y cereales integrales, la práctica regular de ejercicio físico y la eliminación del tabaco y el alcohol.
Para aquellos que no consumen pescado por diversas razones, existen alternativas vegetales que aportan omega-3, como las semillas de lino, chía y cáñamo, los huevos enriquecidos con omega-3, el edamame (soja inmadura) y las nueces. La clave reside en la variedad y en la búsqueda de un equilibrio nutricional que nos permita disfrutar de una vida plena y saludable.
Fuente: El Heraldo de México