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30 de julio de 2025 a las 21:40

Familias buscan justicia en el Senado

La desesperación se palpa en el aire. Se respira en cada palabra, en cada silencio, en cada mirada perdida en el vacío de la incertidumbre. Madres, padres, hermanos, unidos por el dolor de la ausencia, se presentan ante el Senado, no como víctimas, sino como guerreros. Llegan con la fuerza de quienes han enfrentado lo inimaginable, con la resiliencia forjada en años de búsqueda incansable, con la esperanza –a veces tenue, a veces desbordante– de encontrar a sus seres queridos. Comparecen ante las comisiones de Gobernación y Derechos Humanos, aspirando a un lugar en el Consejo Ciudadano del Sistema Nacional de Búsqueda. Un espacio no solo de representación, sino de lucha, de exigencia, de construcción de un México donde la desaparición no sea la norma, sino la excepción.

Sus historias, desgarradoras y a la vez inspiradoras, pintan un sombrío panorama de la realidad que se vive en el país. Hablan de la indolencia, de la ineficacia, de la omisión sistemática de las fiscalías y ministerios públicos. Relatan cómo, ante la falta de apoyo, se han visto obligados a convertirse en investigadores, en abogados, en defensores de derechos humanos. Han tenido que aprender a navegar en un laberinto burocrático y legal, a descifrar el lenguaje críptico de las investigaciones, a exigir justicia donde reina la impunidad. Como Araceli Magdalena Rodríguez Nava, quien tras la desaparición de su hijo, un policía federal, dejó atrás la primaria para obtener una maestría en derecho penal. Su sed de justicia la transformó en una activista incansable, una voz que clama en el desierto por la verdad y la reparación del daño.

Cada testimonio es un puñal que se clava en la conciencia colectiva. Francisco Javier Espinosa Granados, 18 años buscando a su hijo, secuestrado mientras trabajaba. María Isabel Cruz Bernal, cuyo hijo Yosimar fue arrebatado frente a los ojos de su hermano, quien después falleció, víctima del dolor y la impotencia. Historias que se repiten, multiplicadas por miles en todo el territorio nacional, tejiendo una red de dolor y desesperanza que amenaza con asfixiar al país.

Pero en medio de la oscuridad, brilla la llama de la esperanza. La esperanza que alimenta la lucha de estos hombres y mujeres, que los impulsa a levantarse cada día, a seguir buscando, a exigir respuestas, a construir un futuro donde la dignidad y los derechos de todas las personas sean una realidad. Como María Isabel, quien, a pesar de la tragedia, se niega a quedarse en casa llorando. Estudia derecho y criminalística, convierte su dolor en motor de cambio, en un llamado a la unidad y a la acción. “Sé que nuestro país nos necesita a todos de pie y unidos para sacarlo de este flagelo”, afirma con convicción.

José Andrés Méndez, tras la desaparición de su hermana, se sumergió en el estudio de la criminología y las ciencias forenses. No solo para comprender el fenómeno de las desapariciones, sino para contribuir a la búsqueda de soluciones, para acompañar a otras familias en su dolor, para construir una red de solidaridad y apoyo.

44 aspirantes, 44 historias de lucha y resistencia. 44 voces que se alzan para exigir justicia, para demandar un cambio profundo en el sistema, para construir un México donde la desaparición forzada deje de ser una herida abierta en el corazón de la nación. Su presencia en el Senado es un recordatorio de la urgencia de actuar, de la necesidad de implementar políticas públicas eficaces, de dotar a las instituciones de los recursos necesarios para llevar a cabo investigaciones exhaustivas y brindar apoyo a las familias de las víctimas. Es un llamado a la sociedad en su conjunto a unirse a esta lucha, a no olvidar a los desaparecidos, a exigir verdad y justicia para ellos y sus familias.

Fuente: El Heraldo de México