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30 de julio de 2025 a las 16:55
El tsunami: ¿Por qué el mar se retira?
El reciente retiro del mar en las costas de Acapulco, tras el terremoto en Kamchatka, Rusia, nos recuerda la poderosa conexión entre los eventos sísmicos y el comportamiento de nuestros océanos. Si bien la distancia entre ambos lugares parece inmensa, la energía liberada por un terremoto de gran magnitud, como el de 8.8 grados registrado, es capaz de propagarse a través de las aguas, generando ondas que alteran el nivel del mar a miles de kilómetros de distancia. Este fenómeno, aunque inquietante, es un recordatorio de la dinámica de nuestro planeta y la importancia de estar preparados.
La alerta emitida por la Secretaría de Marina (Semar), previendo variaciones de hasta un metro en el nivel del mar en el Pacífico Mexicano, no debe tomarse a la ligera. Estas variaciones, previas a la posible llegada de un tsunami, se producen por la física compleja de las olas. Imaginemos la energía del terremoto propagándose como una onda a través del océano. Al acercarse a la costa, donde la profundidad disminuye, la velocidad de la onda se reduce, pero su altura aumenta dramáticamente. Este efecto, similar a un latigazo, es el que puede generar olas de una magnitud devastadora.
Es crucial entender que el retiro del mar es una señal de alerta, no un espectáculo para observar. Representa la acumulación de energía que precede a la llegada de una ola potencialmente destructiva. Por ello, las autoridades emiten alertas y protocolos de evacuación, medidas esenciales para salvaguardar la vida de la población costera.
La Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) explica que no todos los terremotos generan tsunamis. Se requieren condiciones específicas: un sismo de gran magnitud, que ocurra bajo el lecho marino y que sea capaz de deformarlo. Este movimiento vertical del fondo marino es el que desplaza una inmensa masa de agua, generando la onda expansiva que se propaga como un tsunami.
El Océano Pacífico, con sus márgenes sísmicamente activas, es especialmente propenso a este tipo de fenómenos. Las costas de Chile, Perú y Japón, al igual que las del Pacífico Mexicano, han sido testigos a lo largo de la historia de la fuerza destructiva de los tsunamis. Por ello, la monitorización constante de la actividad sísmica y la educación de la población sobre las medidas de seguridad son fundamentales.
Es importante diferenciar las marejadas, producidas por el viento superficial, de un tsunami. Mientras las marejadas tienen una ritmicidad predecible y un alcance limitado, el tsunami es un fenómeno impredecible, generado por el desplazamiento de una enorme masa de agua desde las profundidades. Esta diferencia radica en la energía involucrada y en su potencial destructivo. La información y la preparación son nuestras mejores herramientas para enfrentar estos eventos naturales y minimizar sus consecuencias. Estar informados sobre las alertas emitidas por las autoridades y conocer los protocolos de evacuación son medidas cruciales para proteger nuestras vidas y las de nuestros seres queridos.
Fuente: El Heraldo de México