
30 de julio de 2025 a las 09:25
Domina tus genes
El caso de American Eagle y Sydney Sweeney nos revela una preocupante realidad sobre el estado actual de la publicidad y, me atrevo a decir, del mundo. No se trata simplemente de una campaña torpe, un desliz desafortunado en la búsqueda de la viralidad. Es un síntoma de una enfermedad mucho más profunda, una que nos obliga a cuestionar los valores que rigen nuestras decisiones, tanto a nivel individual como colectivo.
La obsesión con la juventud y la belleza, exacerbada por las redes sociales y la cultura de la imagen, nos ha llevado a un punto en el que la línea entre la apreciación estética y la cosificación se difumina peligrosamente. El cuerpo de Sweeney, convertido en un maniquí viviente para exhibir unos vaqueros, se transforma en un objeto de consumo más, despojado de su humanidad y reducido a un conjunto de atributos físicos "deseables".
El uso de la expresión "buenos genes", aunque en principio pueda parecer inocente, adquiere una connotación perturbadora en este contexto. Se nos presenta una belleza idealizada, casi inalcanzable, atribuida a una herencia genética privilegiada. Esto no solo perpetúa la idea de que la belleza es un factor determinante del valor de una persona, sino que también ignora por completo la diversidad y la riqueza que reside en la individualidad.
La ironía del asunto es que la campaña, en su intento por ser ingeniosa y moderna, recurre a una fórmula rancia y obsoleta: la asociación entre la belleza femenina y el producto que se pretende vender. Es una estrategia que hemos visto repetida hasta la saciedad, y que demuestra una falta de creatividad alarmante. En lugar de explorar nuevas formas de conectar con el público, se opta por el camino fácil, el de la explotación de la imagen, sin importar las consecuencias.
Y lo más preocupante, como bien señala Alvarado, es que este tipo de estrategias, lejos de ser penalizadas, son recompensadas. El aumento en el valor accionario de American Eagle tras la polémica no hace más que confirmar que, en el mundo del marketing, la controversia vende. Se prioriza el beneficio económico por encima de la ética y la responsabilidad social.
Es un círculo vicioso que nos atrapa a todos: las marcas buscan la atención a cualquier precio, los consumidores se ven bombardeados con mensajes superficiales y la sociedad en su conjunto se empobrece. Es hora de romper con este ciclo y exigir un cambio. Necesitamos una publicidad más consciente, más respetuosa y, sobre todo, más humana. Necesitamos recuperar el valor de la autenticidad y la diversidad, y dejar de lado la obsesión por la perfección inalcanzable.
El caso de American Eagle no es un incidente aislado, es un reflejo de una realidad que debemos confrontar. Es una llamada de atención para que reflexionemos sobre el tipo de mundo que estamos construyendo y el legado que queremos dejar a las futuras generaciones. No se trata solo de "buenos genes", se trata de buenos valores.
Fuente: El Heraldo de México