La generosidad del artista Juan Aceves, al donar una vasta colección de 329 grabados de su padre, Gilberto Aceves Navarro, al Museo Nacional de la Estampa, no solo enriquece el patrimonio cultural de México, sino que también abre una ventana privilegiada al universo creativo de uno de los artistas más singulares y prolíficos del país. Esta invaluable aportación, gestionada con maestría por el director del museo, Emilio Payán, y su equipo, permitirá a visitantes, estudiosos y amantes del arte adentrarse en la obra de un maestro que desafió las convenciones y dejó una huella indeleble en la escena artística nacional.

Aceves Navarro, un verdadero tesoro viviente, abrazó la creación con una pasión incesante, explorando las posibilidades expresivas del grabado con una destreza excepcional. Sus 88 años de vida fueron un testimonio de su inagotable energía creativa, una búsqueda constante de nuevas formas y lenguajes que trascendieran las fronteras de lo establecido. En sus estampas, las superficies lisas de las placas de cobre se transforman en un microcosmos de texturas, masas y contornos, donde la luz y la sombra danzan en una coreografía de pesos y densidades.

Con un espíritu lúdico y una irreverencia innata, Aceves Navarro desafiaba las circunstancias con la misma energía con la que se entregaba a la creación. Su obra, plagada de "cosicosas" nacidas de la molicie creativa, nos invita a un juego de ironía y humor, donde la realidad se deforma y se reinventa bajo la mirada perspicaz del artista. Lejos de las solemnidades y los dogmas, Aceves Navarro encontró en el arte un espacio de libertad, un refugio para la expresión sin cortapisas.

Su taller, ese espacio sagrado donde la magia cobraba vida, fue testigo de la incesante búsqueda de formas desafiantes a toda lógica. Un compositor de universos oníricos, donde la ironía y la inteligencia se fusionan en una sinfonía de imágenes perturbadoras y fascinantes. Como un cronista incansable de la condición humana, Aceves Navarro nos deja un legado de imágenes que nos interpelan, nos provocan y nos invitan a reflexionar sobre nuestra propia existencia. Desde las alumbradas y las bañistas, hasta los dramas bíblicos y las figuras mitológicas, su obra es un caleidoscopio de referencias culturales y experiencias personales.

La exposición de sus grabados en el Museo Nacional de la Estampa es una oportunidad imperdible para acercarse a la obra de este maestro indiscutible del arte mexicano. Una cita con la creatividad, la ironía y la belleza en estado puro. No se la pierdan.