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30 de julio de 2025 a las 08:20

Belugas ¿Profetas del Terremoto?

La tierra rugió en Kamchatka, un titán despertando de su profundo sueño. Un terremoto de magnitud 8.8, una fuerza descomunal que nos recuerda la inmensa potencia de la naturaleza, sacudió la península rusa el 29 de julio. Imaginen la escena: el suelo vibrando con una violencia inimaginable, edificios temblando como hojas al viento, el rugido de la tierra propagándose por el aire. Este evento sísmico, el más potente desde el terremoto que azotó Chile en 2010, no solo dejó una huella imborrable en la región, sino que también encendió las alarmas de tsunami en países tan lejanos como Estados Unidos, Japón y México. La incertidumbre y el temor se apoderaron de las costas del Pacífico, mientras las autoridades se apresuraban a tomar medidas para proteger a la población ante la posible llegada de olas gigantes.

En medio del caos y la destrucción, las redes sociales se convirtieron en un hervidero de información, a veces verídica, otras no tanto. Un video en particular capturó la atención de los internautas: cinco ballenas beluga varadas en una playa de Kamchatka, supuestamente días antes del terremoto. La imagen de estos majestuosos animales blancos, indefensos ante la furia del océano, se interpretó como un presagio, una señal de la naturaleza advirtiendo sobre la inminente catástrofe. La historia, cargada de dramatismo y misterio, se propagó como la pólvora, alimentando la creencia popular de que los animales pueden predecir los desastres naturales.

Sin embargo, la verdad, como suele ocurrir, es menos sensacionalista. Una investigación posterior reveló que el video de las ballenas varadas no fue grabado días antes del terremoto, sino en agosto de 2023, en la costa de Ojotsk, también en Kamchatka. Si bien la coincidencia temporal y geográfica es sorprendente, no hay evidencia que respalde la teoría del presagio. Lo que sí sabemos es que los pescadores locales, al encontrar a las belugas encalladas, actuaron con rapidez y compasión, brindándoles agua y cuidados hasta que la marea alta les permitió regresar al mar. Esta historia, aunque desligada del terremoto, nos recuerda la importancia de la solidaridad y el respeto hacia la vida animal, incluso en momentos de crisis.

Volviendo al terremoto, el epicentro se ubicó a 125 kilómetros de Petropavlovsk-Kamchatsky, una ciudad de 165,000 habitantes que se vio severamente afectada por el sismo. Afortunadamente, la profundidad superficial del terremoto, de 19.3 kilómetros según el Servicio Geológico de Estados Unidos, mitigó en parte su impacto destructivo. No obstante, las autoridades ordenaron la evacuación de Severo-Kurilsk, una ciudad al sur de la península, ante la amenaza de un tsunami. La angustia y la incertidumbre se apoderaron de los habitantes, obligados a abandonar sus hogares ante la posibilidad de una catástrofe aún mayor. Las olas, finalmente, alcanzaron la costa con una altura de hasta 32 centímetros, un recordatorio palpable del poder devastador de la naturaleza, aunque en esta ocasión, menos destructivo de lo que se temía.

Este terremoto en Kamchatka nos deja importantes lecciones. Nos recuerda la fragilidad de la vida ante la fuerza de la naturaleza, la importancia de la preparación y la prevención ante desastres naturales, y la necesidad de verificar la información que circula en redes sociales, especialmente en momentos de crisis. Y aunque la historia de las ballenas varadas resultó ser una falsa alarma, nos inspira a seguir protegiendo y cuidando a estas magníficas criaturas, que comparten con nosotros este planeta vulnerable y asombroso.

Fuente: El Heraldo de México