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31 de julio de 2025 a las 02:35
Alerta de Tsunami: ¿México en peligro?
La sombra del tsunami se cernió sobre las costas mexicanas tras el potente sismo de 8.8 que sacudió Kamchatka, Rusia, el 29 de julio. Un terremoto de tal magnitud, uno de los diez más fuertes registrados en la historia, inevitablemente genera un efecto dominó en los océanos, propagando ondas que pueden transformarse en olas devastadoras. La alerta se disparó, activando los protocolos de prevención y generando una comprensible inquietud en la población. La evacuación de ciertas zonas costeras se perfiló como una medida necesaria ante la posibilidad de olas superiores a los 3 metros de altura. La incertidumbre y la tensión se apoderaron de las comunidades costeras, mientras las autoridades monitoreaban minuto a minuto la evolución de la situación.
La pronta respuesta de las autoridades mexicanas, lideradas por la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, buscó tranquilizar a la población. Si bien se confirmó un aumento en el nivel del mar en las costas del Pacífico, se descartó la posibilidad de un tsunami de gran magnitud. Sheinbaum enfatizó el carácter preventivo de la alerta, destacando la importancia de priorizar la seguridad de los ciudadanos ante cualquier indicio de riesgo. Sin embargo, la sombra de la duda persistía. ¿Podía descartarse por completo la amenaza de un tsunami tras un sismo de tal intensidad?
La historia sísmica de México, afortunadamente, no registra tsunamis tan devastadores como los que han azotado otras regiones del mundo, como Chile en 1960 y 2010, o Alaska en 1964. No obstante, la experiencia demuestra que la naturaleza es impredecible y que la cautela nunca está de más. La investigación científica juega un papel crucial en la comprensión de estos fenómenos y en la anticipación de sus posibles consecuencias.
En abril de 2024, María Teresa Ramírez, investigadora de los laboratorios de Tsunamis y Paleosismología de la UNAM, presentó importantes hallazgos sobre la vulnerabilidad de las costas mexicanas. Su estudio, realizado en una zona de subducción, reveló la existencia de un evento sísmico de gran magnitud en el pasado, mucho antes de la llegada de los españoles. Se estima que este terremoto, ocurrido entre Acapulco y Petatlán, superó la magnitud 8, generando un tsunami cuyas consecuencias aún se desconocen con precisión.
Este descubrimiento pone en relieve la importancia de la investigación paleosismológica para comprender la historia sísmica de una región y evaluar su potencial tsunamigénico. Las zonas de subducción, donde las placas tectónicas convergen y una se desliza debajo de la otra, son particularmente propensas a generar terremotos de gran magnitud y tsunamis. El caso de Guerrero, con su historial sísmico, se convierte en un punto focal para la investigación y la prevención.
La cancelación de la alerta de tsunami trajo alivio a las comunidades costeras mexicanas. Sin embargo, la experiencia sirve como un recordatorio constante de la fuerza de la naturaleza y la necesidad de estar preparados. La inversión en investigación científica, el desarrollo de sistemas de alerta temprana y la educación de la población son pilares fundamentales para mitigar los riesgos y proteger a las comunidades vulnerables. El sismo de Kamchatka, aunque distante, nos recuerda que vivimos en un planeta interconectado, donde los eventos en una parte del mundo pueden tener repercusiones en otra. La preparación y la prevención son nuestras mejores herramientas para enfrentar los desafíos que la naturaleza nos presenta.
Fuente: El Heraldo de México