
29 de julio de 2025 a las 09:30
Revive la magia: el mercado de la nostalgia
El fantasma de Kodak, una vez titán indiscutible de la fotografía, se agita entre las ruinas de su antiguo imperio. ¿Quién no recuerda la emoción de sostener una cámara Kodak, el clic preciso del obturador, la dulce anticipación del revelado? George Eastman, visionario fundador de la compañía, democratizó la imagen, convirtiendo un lujo en un bien accesible. "Tú aprietas el botón, nosotros hacemos el resto", una promesa sencilla que resonó en millones de hogares, grabándose en la memoria colectiva junto a la icónica tipografía rojiamarilla. Desde las placas de vidrio hasta el rollo de película, Kodak innovó, capturando momentos preciosos, tejiendo la historia visual de generaciones. Ironía del destino, también fue pionera en la fotografía digital, la misma tecnología que la empujaría al abismo.
El miedo a la canibalización, a la disrupción de su próspero negocio de carretes, llevó a Kodak a enterrar su propia creación, un error estratégico que pagaría con creces. Imaginen, la empresa que tuvo el futuro en sus manos, lo rechazó, aferrándose a un pasado glorioso pero condenado a la obsolescencia. La caída fue estrepitosa: bancarrota, desposesión de patentes, edificios emblemáticos convertidos en esqueletos industriales. Una lección brutal para cualquier empresa, una advertencia sobre la importancia de la adaptación, de la audacia para abrazar el cambio.
Hoy, Kodak lucha por resurgir de las cenizas, explorando nuevos caminos en la industria química y farmacéutica, incluso coqueteando con el mundo de la moda. Pero la pregunta persiste: ¿podrá recuperar su antigua gloria? ¿Volverá a encender la llama de la pasión fotográfica que una vez la hizo brillar?
En una era dominada por la inmediatez digital, paradójicamente, la nostalgia analógica está en auge. Los filtros retro, las cámaras instantáneas, el encanto del grano y la imperfección, son la prueba de que la magia de la fotografía tradicional sigue viva. Aquí es donde Kodak tiene una oportunidad única, una ventana para reconectar con su legado, para ofrecer algo más que un producto: una experiencia.
Imaginen una nueva generación de cámaras Kodak, fusionando la tecnología moderna con el espíritu clásico. Cámaras que permitan capturar la esencia del momento, la emoción de la espera, la tangible belleza de una fotografía impresa. Un renacimiento que no se limite a la nostalgia, sino que la transforme en una propuesta de valor, en una experiencia auténtica, en un retorno a las raíces de la fotografía.
El mercado está ahí, ávido de experiencias tangibles en un mundo digital. La nostalgia es un poderoso motor, y Kodak, con su historia y su legado, tiene la llave para encenderlo. ¿Se atreverá a apretar el botón? El futuro, una vez más, está en sus manos.
Fuente: El Heraldo de México