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29 de julio de 2025 a las 09:45
Recuperando el liderazgo regional
El ocaso del oso ruso se vislumbra en el horizonte. La sangría económica y humana de la guerra en Ucrania, lejos de consolidar su poderío, ha erosionado la imagen de Rusia como potencia regional e internacional, dejando al descubierto sus vulnerabilidades y comprometiendo su influencia en el tablero geopolítico, especialmente en el Cáucaso, Asia Central y Oriente Medio. Un escenario que, en principio, parecía una demostración de fuerza, se ha transformado en una lenta y dolorosa agonía para las aspiraciones expansionistas del Kremlin.
El costo de la guerra es descomunal. Se estima que Moscú destina entre un 10% y un 12% de su PIB a la maquinaria bélica, incluyendo armamento, logística y el sustento de sus tropas. Si bien las exportaciones de gas y petróleo han servido como paliativo temporal, la realidad económica del país pinta un panorama sombrío. Una inflación galopante que supera el 10% anual, tasas de interés estratosféricas por encima del 20% y una calidad crediticia bancaria en declive, son síntomas de una economía en crisis. Y la situación podría agravarse aún más. La reciente caída en los precios de los energéticos, las nuevas sanciones europeas que buscan asfixiar las exportaciones rusas y la amenaza latente de aranceles secundarios por parte de Estados Unidos a países que adquieran productos rusos, cierran el cerco sobre la economía rusa como una tenaza.
En el interior del Kremlin, el silencio se impone a fuerza de miedo. Las voces disidentes son silenciadas con una brutalidad escalofriante. Las misteriosas muertes, etiquetadas como "suicidios" o "accidentes", de figuras de alto rango en el ámbito militar, energético, judicial y gubernamental, son un claro mensaje para quienes osen cuestionar la línea oficial. El trágico final del líder del grupo Wagner, tras desafiar al ministro de Defensa Shoigu, es un ejemplo paradigmático de la atmósfera de terror que se respira en los pasillos del poder. La purga se extiende también al ámbito económico, con oligarcas arrestados y sus fortunas confiscadas por el Estado. Un escenario que recuerda las épocas más oscuras de la historia rusa, donde el disenso se pagaba con la vida. Y recordemos, la popularidad de Putin está intrínsecamente ligada al crecimiento económico. Con una economía en caída libre, su base de apoyo se tambalea.
En la arena internacional, Rusia se encuentra cada vez más aislada. Expulsada del G8 y con las relaciones con Occidente congeladas, el Kremlin se ha visto obligado a buscar alianzas alternativas, principalmente en el bloque BRICS, estrechando lazos con China, Corea del Norte e Irán. La orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional contra Putin lo ha convertido en un paria en la escena global, impidiéndole asistir a foros internacionales como la reciente cumbre BRICS en Sudáfrica.
La incapacidad de Rusia para apoyar a sus aliados en los recientes conflictos en Siria, Irán y el Cáucaso evidencia su debilitamiento. La relación con Azerbaiyán es tensa, marcada por el derribo del avión comercial azerí sobre Chechenia y la incapacidad de Moscú para mediar en las negociaciones de paz con Armenia. Este último país, sintiendo el abandono ruso tras la pérdida de Karabakh, busca ahora alejarse de la Unión Económica Euroasiática y retomar su camino hacia la integración europea. En Moldova y Rumania, los intentos rusos de influir en los procesos electorales han fracasado estrepitosamente, consolidándose gobiernos pro-occidentales.
Incluso en Asia Central, tradicionalmente bajo la órbita rusa, los países aprovechan la coyuntura para distanciarse de Moscú, forzando el retiro de tropas rusas estacionadas en la región y reafirmando su soberanía. El reciente acuerdo territorial entre Kirguistán y Tayikistán, alcanzado sin la mediación rusa, es un claro ejemplo de esta nueva dinámica.
En definitiva, la "operación estratégica" de Rusia en Ucrania, lejos de alcanzar sus objetivos de alejar la frontera con la OTAN y recuperar su hegemonía regional, se ha convertido en un bumerán que ha golpeado de lleno su economía, su imagen internacional y su influencia geopolítica. El oso ruso, herido y debilitado, se enfrenta a un futuro incierto.
@brunobalvanera
Miembro de la UER Mediterráneo del Este, Cáucaso y Asia Central, COMEXI
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EEZ
Fuente: El Heraldo de México