
29 de julio de 2025 a las 09:15
Olvídate de la insensatez (para siempre)
En un mundo saturado de información, donde la inmediatez reina y la atención se fragmenta, emerge una preocupante tendencia: la "insensatez" como pandemia silenciosa. El filósofo español José Antonio Marina nos alerta sobre esta problemática y propone una "vacuna" para combatirla, un antídoto contra los virus que atacan nuestra capacidad analítica y nos conducen por el peligroso sendero de la irracionalidad.
Marina identifica cuatro "virus" principales que minan nuestra capacidad de razonar. El primero, la "impotencia confortable", se manifiesta en la resignación ante los problemas, ya sea por la creencia de que no tienen solución o, paradójicamente, porque "todo está bien". Esta última variante, particularmente relevante en el discurso político actual, nos adormece en una falsa sensación de bienestar, impidiéndonos identificar áreas de mejora y exigir cambios.
El segundo virus es la desconfianza en la verdad, un malestar alimentado por corrientes posmodernas que relativizan el conocimiento y lo someten a los juegos de poder. Recordando a Foucault y su análisis de la verdad como constructo del poder, Marina nos advierte sobre el peligro de caer en un relativismo extremo, donde la verdad se convierte en una mercancía manipulable. En este escenario, la sospecha y las teorías conspirativas proliferan, erosionando la confianza en las instituciones y en la posibilidad de un diálogo constructivo. Hannah Arendt, con su lúcida visión, ya advertía que el desprecio por la verdad es la antesala del totalitarismo.
La glorificación de la opinión por encima del conocimiento constituye el tercer virus. En la era de las redes sociales, donde todos tienen voz y plataforma, se corre el riesgo de equiparar la opinión, por subjetiva e infundada que sea, con el conocimiento basado en la evidencia y el rigor. Si todas las opiniones son válidas, entonces también lo son las de los tiranos y los criminales. Este relativismo extremo nos conduce a un callejón sin salida, donde el debate se convierte en un intercambio de dogmas y la búsqueda de la verdad se abandona.
El cuarto virus, la tentación de la facilidad, se manifiesta en la renuncia al esfuerzo intelectual. ¿Para qué estudiar y profundizar en un tema si todo está disponible en internet? Este espejismo de la información al alcance de la mano nos priva del ejercicio crítico, de la capacidad de análisis y de la construcción del propio conocimiento. Nos convertimos, como advierte Marina, en autómatas condicionados, presas de estímulos y respuestas preprogramadas.
El panorama que dibuja Marina es inquietante. Gobiernos como el chino, con su ambicioso sistema de crédito social, nos muestran un futuro distópico donde la tecnología se utiliza para controlar y moldear el comportamiento ciudadano. Ante esta amenaza, la "vacuna" propuesta por el filósofo se basa en la concientización, la educación y la recuperación de la ética.
Primero, debemos reconocer la existencia del problema y alertar a la sociedad sobre sus peligros. A quienes se embriagan con el poder, hay que recordarles la ridiculez de su arrogancia. La educación debe centrarse en fortalecer la autonomía del individuo, fomentar la capacidad de atención, la reflexión, el control emocional y el pensamiento crítico. Es fundamental combatir la desinformación, enfrentar las ideologías que nos encierran en marcos de insensatez y, sobre todo, recuperar la ética, la "bondad", como máxima expresión de la inteligencia humana.
La inteligencia ética, aplicada a la esfera política, implica pasar del conflicto a la resolución de problemas. Se trata de construir puentes en lugar de muros, de buscar el diálogo y el entendimiento en lugar de la confrontación estéril. La tarea no es sencilla, pero es imprescindible para construir un futuro donde la razón y la sensatez prevalezcan sobre la insensatez y la manipulación.
Fuente: El Heraldo de México