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29 de julio de 2025 a las 09:45

¿Hasta el final? La oposición venezolana y su lucha.

Un año. Parece mentira que haya transcurrido un año desde aquel 28 de julio de 2024, un día cargado de expectativas, de la promesa implícita en el mantra "hasta el final". Una frase que resonaba en cada rincón, desde los hogares venezolanos hasta la diáspora esparcida por el mundo, una declaración de resistencia, un grito ahogado de esperanza ante la opresión. Recordamos la efervescencia de aquellos días previos, la ilusión de un cambio palpable, la creencia ingenua, quizá, de que la legalidad y la justicia podrían abrirse paso. "Hasta el final" se convirtió en un escudo, en un símbolo de unidad, un bálsamo para el alma herida de un pueblo cansado de la tragedia. Se construyó una narrativa de épica, donde la valentía y la lealtad serían las armas para derrocar al régimen.

Muchos, dentro y fuera de Venezuela, nos aferramos a esa idea. En el exterior, se soñaba con celebraciones multitudinarias, con el grito de "libertad" resonando en las plazas. En el interior, la gente anhelaba liberarse del secuestro, de la ignominia, de la escasez. Visualizábamos un futuro donde Venezuela recuperaría su brillo, donde la prosperidad y la democracia volverían a ser la norma. "Hasta el final" era la promesa de ese futuro.

Sin embargo, la realidad, terca y despiadada, se impuso. El supuesto estoicismo se diluyó en la retórica vacía. Las estatuas derribadas, símbolos efímeros de un cambio anhelado, fueron censuradas por los mismos que promovieron el "hasta el final". La oposición, en una pirueta política que dejó a muchos atónitos, se convirtió de nuevo en candidata, traicionando sus principios y la confianza depositada en ella.

Ahora, un año después, recibimos mensajes grabados, discursos que intentan insuflar ánimo en un pueblo desgastado. Se nos habla de una lucha histórica que ha dado frutos, de un Maduro "noqueado", de líderes estratégicamente posicionados en el mundo. Se nos insta a organizarnos, a presionar a "aliados globales", a participar en una lucha cívica que, en la práctica, ha resultado en dolor, en prisión, en silencio. "Hasta el final" se ha transformado en un "para siempre" que se siente más como una condena que como una promesa.

El silencio de Venezuela es ensordecedor. Un silencio que se alimenta del ego y los negocios de un bando que se aferra al poder y de otro que se autoproclama salvador. Un silencio que ahoga la esperanza y perpetúa la tragedia. Un año después, la pregunta sigue resonando: ¿hasta cuándo este "para siempre"? ¿Hasta cuándo este ciclo de promesas incumplidas y esperanzas frustradas? La respuesta, lamentablemente, sigue perdida en el laberinto de la política venezolana.

Fuente: El Heraldo de México