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29 de julio de 2025 a las 17:55

Hambre en Gaza: Niños anhelan el cielo por comida.

La tragedia humanitaria que se vive en Gaza nos golpea con la crudeza de un puño en el estómago. Las desgarradoras imágenes de niños y niñas, con sus cuerpos consumidos por la desnutrición, anhelando la muerte como una vía de escape al hambre, son una bofetada a la conciencia del mundo. No son simples estadísticas, son vidas, infancias robadas por la crueldad de una guerra que utiliza el alimento como arma de exterminio.

El testimonio de los trabajadores humanitarios, como el recogido por Save the Children, nos habla de una pesadilla viviente. Niños que se preguntan a diario si ese día podrán comer, si ese día llegarán al cielo, donde al menos, en su inocente imaginación, encontrarán alimento. Un testimonio que nos hiela la sangre y nos obliga a preguntarnos: ¿cómo hemos llegado a este punto? ¿Cómo podemos permitir que la humanidad se pierda en la barbarie de la inanición deliberada?

Las cifras, aunque frías, son contundentes. Miles de palestinos, entre ellos cientos de niños, han perdido la vida por desnutrición y enfermedades relacionadas desde que se impuso el bloqueo total en marzo de 2025. Organizaciones internacionales como la ONU y Medecins du Monde han alertado sobre la gravedad de la situación, calificándola como una "hambruna masiva deliberadamente construida" y un "castigo colectivo". La destrucción de infraestructuras clave para la producción y distribución de alimentos, como panaderías, molinos y tierras cultivables, agrava aún más la crisis, impidiendo que la población pueda acceder a los recursos básicos para su supervivencia.

Mientras tanto, toneladas de alimentos, medicinas y suministros permanecen almacenadas, inaccesibles para quienes más los necesitan. La burocracia, los intereses políticos y la falta de un liderazgo internacional efectivo impiden que la ayuda humanitaria llegue a su destino, condenando a la población palestina a un lento y doloroso exterminio.

La inacción internacional no solo es una negligencia, es una complicidad. El silencio cómplice de los gobiernos que podrían intervenir para poner fin a esta tragedia es ensordecedor. No podemos seguir siendo meros espectadores del sufrimiento ajeno. Debemos exigir a nuestros líderes que actúen con urgencia, que presionen al gobierno israelí para que levante el bloqueo y permita la entrada de ayuda humanitaria sin restricciones.

La comunidad internacional tiene la responsabilidad moral de proteger a la población civil, especialmente a los niños y niñas, que son las víctimas más vulnerables de este conflicto. No podemos permitir que la infancia de Gaza siga siendo sacrificada en el altar de la guerra y la indiferencia.

Es hora de alzar la voz, de exigir justicia y de actuar con determinación para poner fin a esta tragedia humanitaria. El futuro de Gaza, el futuro de sus niños y niñas, está en nuestras manos. No podemos fallarles. La historia nos juzgará por nuestra respuesta.

Más allá de la indignación, debemos pasar a la acción. Informarnos, difundir la realidad de lo que ocurre en Gaza, presionar a nuestros representantes políticos y apoyar a las organizaciones humanitarias que trabajan sobre el terreno son pasos cruciales para romper el ciclo de violencia y hambre que asola a la población palestina. El tiempo apremia, cada día que pasa se pierden más vidas. No podemos permitir que la indiferencia se convierta en nuestra condena. La esperanza, aunque tenue, aún existe. Depende de nosotros mantenerla viva.

Fuente: El Heraldo de México