
29 de julio de 2025 a las 09:30
Forjando Futuros Juntos
La sombra del proteccionismo se cierne nuevamente sobre la relación México-Estados Unidos. No es un fenómeno nuevo, pero la intensidad y la amplitud de las presiones actuales exigen una respuesta estratégica y unificada. Desde el aluminio y el acero hasta el delicado sector agroalimentario, pasando por la industria aérea, la administración estadounidense parece dispuesta a utilizar los aranceles como herramienta de presión en una amplia gama de temas. Esta politización de la economía bilateral, donde la seguridad, la migración e incluso el agua se convierten en fichas de negociación arancelaria, representa un desafío sin precedentes para nuestro país.
Más allá de las respuestas puntuales a cada embate, es crucial comprender las fuerzas subyacentes que reconfiguran la relación bilateral. La amenaza arancelaria del 30% para el 1 de agosto en el sector aéreo es solo la punta del iceberg. La anunciada renegociación del T-MEC por parte del Secretario de Comercio estadounidense abre la puerta a la inclusión de nuevos temas de fricción, como la ciberseguridad, la relación con China y las recientes reformas en México en materia de energía, telecomunicaciones y justicia. Nos encontramos en un terreno inestable, donde la interdependencia económica, históricamente una fortaleza, se convierte en un factor de vulnerabilidad.
La diversificación de mercados, planteada por la Presidenta, es una estrategia a largo plazo indispensable. Sin embargo, la compleja red de cadenas logísticas integradas con Norteamérica dificulta soluciones rápidas. Pocos mercados ofrecen el mismo poder adquisitivo y la proximidad geográfica que Estados Unidos. La construcción de nuevas alianzas comerciales requiere tiempo, paciencia y una estrategia cuidadosamente diseñada.
Ante este panorama complejo, la propuesta de un "Cuarto Nacional de Junto" se presenta como una herramienta fundamental. Imaginemos un espacio de diálogo y colaboración donde expertos técnicos, representantes del sector privado y funcionarios gubernamentales trabajen codo a codo para diseñar respuestas conjuntas a los desafíos nacionales. Este espacio de consulta, basado en el conocimiento técnico y la experiencia, permitiría a México presentarse unido en la renegociación del T-MEC, trascendiendo las diferencias partidistas y los intereses particulares.
Para que este "Cuarto Nacional de Junto" sea efectivo, debe construirse sobre tres pilares fundamentales. En primer lugar, la integración de expertos negociadores con profundo conocimiento de la industria, que puedan acompañar al gobierno en el proceso de renegociación. En segundo lugar, un mapeo exhaustivo de los riesgos sectoriales, basado en datos robustos, que identifique las debilidades y fortalezas de cada sector, desde el agroalimentario hasta el automotriz. Finalmente, la creación de un "frente espejo" con interlocutores clave en Estados Unidos, que puedan sumar esfuerzos para proteger el tratado, aprovechando las redes económicas y empresariales a ambos lados de la frontera.
La renegociación del T-MEC no es solo un reto económico, es el reto que definirá el sexenio. La Presidenta deberá tomar decisiones políticas, algunas incómodas para su movimiento, pero necesarias para el futuro del país. Si la delincuencia organizada se convierte en un obstáculo para el avance de la revisión del Tratado, la prioridad debe ser la economía nacional.
En estos tiempos turbulentos, la construcción de nuevas alianzas es crucial. La Presidenta tiene la oportunidad de liderar un esfuerzo nacional incluyente, que nos permita llegar preparados a la renegociación del T-MEC. El tiempo apremia. Cada día sin un frente común es un día perdido para México. La unidad, la experiencia y la estrategia son las claves para navegar en estas aguas turbulentas y asegurar un futuro próspero para nuestro país.
Fuente: El Heraldo de México