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29 de julio de 2025 a las 11:25

Descubre México

La interdependencia entre México y Estados Unidos, siempre un tema latente, ha emergido con una fuerza inusitada en los últimos años. Ya no somos un punto periférico en la agenda de Washington; ahora ocupamos un lugar central, aunque quizá no por las razones que desearíamos. Nos encontramos atrapados en un juego geopolítico complejo, influenciados por las decisiones, a veces impredecibles, de las figuras que lideran ambos países.

La percepción de "caprichos" en las altas esferas de poder, tanto en Estados Unidos como en México, genera incertidumbre y preocupación. Si bien los seguidores de ambos mandatarios pueden defender las acciones de sus líderes, es innegable que algunas decisiones parecen priorizar ideologías o intuiciones personales por encima de análisis rigurosos y estudios de factibilidad.

La imposición de aranceles por parte de la administración Trump, por ejemplo, impactó profundamente la economía global, pero sus efectos se sintieron con particular intensidad en México, principal socio comercial de Estados Unidos. Esta política, impulsada por la idea de una autosuficiencia estadounidense, contrasta con la realidad de una economía globalizada e interconectada.

En México, la respuesta a estas presiones externas se ha manifestado en la construcción de megaproyectos, presentados como motores de desarrollo nacional. Sin embargo, la viabilidad de estas obras es cuestionable, no solo por sus elevados costos económicos, sino también por el impacto político y social que generan. A esto se suman decisiones internas, como la elección de jueces, que han generado desconfianza entre inversionistas nacionales e internacionales.

La renegociación del T-MEC, bajo la constante amenaza de nuevos aranceles, ha añadido otra capa de complejidad a la relación bilateral. México se ve obligado a navegar en un terreno inestable, buscando equilibrar sus intereses nacionales con las presiones externas.

Mientras tanto, las problemáticas internas –inseguridad, narcotráfico, migración– persisten y se agudizan. La percepción de lenidad frente a grupos criminales y las controversias en torno a campañas de reclutamiento político contribuyen a un clima de incertidumbre y desconfianza.

La combinación de factores internos y externos coloca a México en una posición vulnerable. La interdependencia con Estados Unidos, si bien ofrece oportunidades, también implica riesgos. Es crucial que México fortalezca sus instituciones, promueva la transparencia y busque diversificar sus relaciones internacionales para mitigar los efectos de la volatilidad en la agenda de Washington. El futuro de México depende de su capacidad para navegar en este complejo escenario geopolítico y construir un camino hacia un desarrollo sostenible e inclusivo. La pregunta es si estamos preparados para el reto.

Fuente: El Heraldo de México