
29 de julio de 2025 a las 12:50
Descubre la magia de Bucareli
El Paseo de Bucareli, mucho más que una simple avenida, es una arteria que pulsa con la historia misma de la Ciudad de México. Imaginen, si pueden, el año 1778. El virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa, con la mirada puesta en la grandeza de los bulevares europeos, ordena la creación de un paseo arbolado, un oasis de serenidad en el corazón de la entonces Nueva España. Cuatro hileras de árboles flanqueaban una calzada de tierra compactada, invitando al paseo y la contemplación. Tres glorietas, adornadas con fuentes ornamentales, puntuaban el recorrido, aunque el tiempo, implacable, solo ha permitido que una sobreviva, transformada por el paso de los años y las modas.
En sus albores, este espacio, conocido como el Paseo Nuevo, era el escenario predilecto para el esparcimiento de la élite virreinal. Los domingos, la nobleza se reunía allí, ataviada con sus mejores galas, para disfrutar del aire fresco y la animada conversación. Sin embargo, el siglo XIX trajo consigo la inexorable expansión urbana hacia el poniente, y Bucareli, antaño un remanso de paz, se transformó en un eje vital, conectando el Centro Histórico con las colonias que emergían con la modernidad. Esta metamorfosis, documentada en el estudio "La ciudad de México en el siglo XIX: Imagen, espacio y representación", coordinado por Carlos Martínez Assad, nos revela cómo las antiguas avenidas virreinales se adaptaron a las nuevas realidades tras la Independencia.
Bucareli, sin embargo, no solo fue testigo del cambio urbanístico, sino también un crisol de expresiones culturales y arquitectónicas. El Instituto Nacional de Bellas Artes, en su catálogo "Arquitectura civil del Porfiriato", destaca la belleza y singularidad de inmuebles como el Conjunto Vizcaya y el Edificio Gaona, este último, un encargo del famoso torero Rodolfo Gaona, adornado con detalles neocoloniales que evocan la grandeza del pasado: arcos mixtilíneos, balcones de hierro forjado y mosaicos que retratan a los virreyes.
No podemos olvidar al icónico Reloj Chino, un obsequio de la comunidad china en 1910 para conmemorar el Centenario de la Independencia. Las fotografías del archivo histórico del INAH nos muestran cómo este símbolo de amistad entre naciones sufrió los embates de la Decena Trágica en 1913, para luego ser restaurado gracias al esfuerzo ciudadano, un testimonio de resiliencia y memoria colectiva.
Bucareli también fue pionera en la búsqueda de soluciones habitacionales para la clase trabajadora. El Conjunto Mascota, inaugurado en 1912 por iniciativa de Miguel Ángel de Quevedo para los trabajadores de la empresa El Buen Tono, es hoy objeto de estudio en la Facultad de Arquitectura, reconocido como un precursor de los modelos modernos de vivienda colectiva.
Durante gran parte del siglo XX, Bucareli se ganó el apodo de "la esquina de la información", albergando las redacciones de periódicos emblemáticos como Excélsior y El Universal. Cafés literarios, donde las ideas fluían con la misma intensidad que el café, cantinas históricas, cargadas de anécdotas y tertulias, y librerías, guardianas del conocimiento, conformaban el vibrante paisaje cotidiano de la avenida.
El terremoto de 1985 dejó una profunda cicatriz en Bucareli. Edificios colapsaron, otros quedaron irremediablemente dañados, y la calle se sumió en un periodo de deterioro físico y social. Sin embargo, como un ave fénix que resurge de las cenizas, Bucareli ha experimentado un renacimiento en las últimas décadas. Nuevas galerías de arte, cafeterías con aromas que invitan a la pausa, proyectos culturales que revitalizan el espíritu y restaurantes que deleitan el paladar han insuflado nueva vida a la avenida.
Bucareli, más que una avenida, es un lienzo donde se ha plasmado la historia de la Ciudad de México. Un paseo que ha sido testigo del esplendor virreinal, la modernidad del Porfiriato, la efervescencia periodística del siglo XX y la constante transformación del siglo XXI. Caminar por Bucareli es recorrer la memoria urbana, es conectar con el pasado y vislumbrar el futuro de la capital del país.
Fuente: El Heraldo de México