Las paredes de "La Casa de los Famosos México" parecen susurrar secretos, y apenas en los albores de esta tercera temporada, ya resuenan con la controversia que rodea a Adrián Di Monte. Mucho antes de pisar el set, el actor cubano ya cargaba con un bagaje de acusaciones que ahora amenazan con eclipsar su participación en el reality. El testimonio de una supuesta vecina, viralizado en TikTok bajo el hashtag #lcdlfm, ha avivado las llamas del escándalo. La usuaria, identificada como "liliarechiga", asegura que la imagen de Di Monte adorna la entrada de su condominio… pero no como un residente ilustre, sino como alguien vetado, una persona non grata. Entre risas nerviosas, la vecina relata la sorpresa al reconocer al concursante: “Ahí está, dónde lo habíamos visto, ahí le pusieron su foto para que no pase el cabr**”. Esta anécdota, aparentemente trivial, se suma a un panorama mucho más complejo y oscuro que envuelve al actor.

La sombra de Sandra Itzel, su exesposa, se proyecta larga y ominosa sobre la figura de Di Monte. La cantante, con quien compartió escenario y vida durante casi una década, ha alzado la voz para denunciar un historial de violencia que hiela la sangre. Sus palabras, cargadas de dolor y valentía, describen un matrimonio marcado por el abuso físico, psicológico, emocional, económico y sexual, un infierno cotidiano bajo el yugo de un presunto narcisista. “Tengo moretones, rasguños, me rompió uñas, me amenazó”, confesó Itzel en una desgarradora entrevista para "De primera mano". La acusación de ser obligada a grabarse íntimamente, material que luego habría sido compartido por Di Monte, añade una capa aún más perturbadora a este relato de horror.

La batalla legal entre la expareja se libra en los tribunales, donde Itzel busca justicia, no venganza. Si bien ha declarado que no desea ver a Di Monte tras las rejas, su lucha es por el reconocimiento del daño sufrido, por la verdad y la reparación. Las redes sociales se han convertido en un campo de batalla virtual donde la cantante ha presentado pruebas que respaldan sus acusaciones, incluyendo la negativa del actor a firmar el divorcio y las supuestas amenazas recibidas.

La participación de Di Monte en "La Casa de los Famosos México" se convierte, entonces, en un escenario paradójico. Mientras él busca la redención o, al menos, la visibilidad mediática, el público se debate entre la presunción de inocencia y el peso de las acusaciones. ¿Podrá el actor limpiar su nombre ante la mirada escrutadora de las cámaras y la opinión pública? ¿O la casa, en lugar de refugio, se convertirá en una prisión de cristal donde sus fantasmas del pasado lo acechen sin tregua? El tiempo, y el desarrollo del reality, nos darán la respuesta. Mientras tanto, la controversia continúa, y el nombre de Adrián Di Monte se escribe con interrogantes en el aire.

El hashtag #lcdlfm se ha convertido en un hervidero de opiniones encontradas, un espacio donde se cruzan la indignación, la incredulidad y la cautela. Algunos exigen la expulsión inmediata del actor, mientras que otros piden prudencia y respeto al debido proceso. La audiencia se convierte en juez y jurado, y el veredicto popular, aunque no tenga validez legal, puede marcar para siempre la carrera de Di Monte. ¿Será capaz de remontar la marea de la controversia y ganarse el favor del público? O, por el contrario, ¿se hundirá bajo el peso de las acusaciones? El futuro de Adrián Di Monte en "La Casa de los Famosos México" es, hoy por hoy, una incógnita tan intrigante como el propio reality.