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30 de julio de 2025 a las 00:20

7 Señales de que la IA te hizo la tarea

La sombra de la inteligencia artificial se extiende sobre las aulas. Lo que parecía ciencia ficción hace apenas unos años, hoy es una realidad palpable en la educación: la utilización de herramientas como ChatGPT para la realización de trabajos académicos. El testimonio de Mark Massaro, profesor con una dilatada trayectoria en el Florida Southwestern State College, nos ofrece una perspectiva privilegiada de esta transformación, una que plantea interrogantes cruciales sobre el futuro de la enseñanza y el aprendizaje.

Massaro describe un cambio radical en su labor docente a partir de 2023. La facilidad de acceso y la creciente sofisticación de estas herramientas han convertido a la IA en una tentación difícil de resistir para muchos estudiantes. En sus clases, la presencia de trabajos con el inconfundible sello de la inteligencia artificial es cada vez más frecuente, una tendencia que, lejos de estabilizarse, parece estar en constante ascenso. De un estimado inicial de cinco alumnos por grupo, la cifra amenaza con incrementarse, dibujando un panorama preocupante para la integridad académica.

Inicialmente, la estrategia de Massaro se basaba en el uso de detectores automáticos de texto generado por IA. Si la confluencia de varios de estos programas apuntaba hacia la misma dirección, la evidencia parecía irrefutable. Sin embargo, la introducción de nuevas normativas universitarias, impulsadas por la necesidad de proteger la privacidad de los estudiantes, ha complicado este enfoque. La prohibición de escanear trabajos sin el consentimiento expreso del alumno, sumada a las crecientes dudas sobre la fiabilidad de estas herramientas, ha obligado a los docentes a buscar alternativas.

Ante este nuevo escenario, Massaro ha desarrollado un método propio, basado en la observación minuciosa de ciertos patrones. Un lenguaje excesivamente formal y repetitivo, la falta de errores gramaticales (irónicamente), la ausencia de una voz propia y la desconexión con trabajos previos del estudiante son algunas de las señales que le permiten identificar la posible intervención de una IA. Este proceso, aunque efectivo, requiere un esfuerzo adicional por parte del profesorado y pone de manifiesto la complejidad del desafío.

La confrontación con el estudiante, reconoce Massaro, es una situación incómoda. Mientras algunos alumnos admiten abiertamente haber recurrido a la IA, otros optan por la evasión, ignorando los correos electrónicos del profesor, una práctica especialmente común entre aquellos que cursan estudios a distancia. En contraste, los estudiantes que han realizado su trabajo honestamente suelen defender su autoría con vehemencia, una reacción que, en la mayoría de los casos, disipa las sospechas del profesor.

Más allá de la cuestión de la honestidad académica, la principal preocupación de Massaro reside en el impacto de la IA en el desarrollo intelectual de los estudiantes. La universidad, tradicionalmente un espacio para la exploración y el descubrimiento personal, se ve amenazada por la tentación de delegar el pensamiento crítico y la expresión propia a una máquina. "Este es el momento en el que deberían estar descubriendo quiénes son intelectualmente", lamenta el profesor, al observar cómo algunos alumnos renuncian a la oportunidad de construir su propia voz, permitiendo que una inteligencia artificial piense y hable por ellos. Este fenómeno no solo afecta a la adquisición de conocimientos, sino también al desarrollo de habilidades fundamentales para la vida profesional y personal, como la argumentación, la creatividad y la capacidad de análisis. La situación plantea un reto urgente para el sistema educativo: ¿cómo podemos adaptarnos a esta nueva realidad y garantizar que la tecnología se utilice como una herramienta de apoyo al aprendizaje, y no como un sustituto del pensamiento crítico y la creatividad?

Fuente: El Heraldo de México