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28 de julio de 2025 a las 23:15
Paul Stanley responde a Jorge Gil
A 26 años de la tragedia que marcó la vida de la familia Stanley, el eco de las declaraciones de Jorge Gil resuena con fuerza, reabriendo una herida que parecía cerrada. Paul Stanley, hijo del icónico presentador, se enfrenta a la inevitable avalancha de preguntas, a la insistencia de la prensa por desenterrar un pasado doloroso. Su respuesta, un reflejo del cansancio emocional que arrastra, revela la lucha interna por encontrar la paz en medio de la tormenta. "No he visto, no sabía", repite, como un mantra que busca protegerlo de la vorágine mediática que se cierne sobre él.
El tiempo, lejos de curar las heridas, parece haberlas adormecido, dejando una cicatriz profunda que se reabre con cada nueva declaración, con cada intento de reconstruir los hechos. La serie, la ficción que se inspira en la realidad, se presenta como una versión distorsionada de la verdad, una verdad que, según Paul, permanece oculta, incluso para la propia familia. “Sabemos que la serie es más ficción que la realidad”, afirma, dejando entrever la frustración ante la manipulación de un suceso tan personal y doloroso.
La figura de Mario Bezares, inseparablemente ligada a la tragedia, vuelve a aparecer en el escenario. Paul, con la evasiva de quien prefiere no ahondar en terrenos pantanosos, se limita a repetir: “Es que no lo he visto”. La distancia, el silencio, parecen ser la única defensa ante la incómoda presencia de un pasado que se niega a desaparecer.
El testimonio de Jorge Gil, presente en los últimos instantes de Paco Stanley, cobra una relevancia especial. “Él y el chofer Jorge”, las únicas personas que presenciaron la tragedia, se convierten en piezas clave de un rompecabezas imposible de armar. Paul, a pesar del dolor que le causa revivir el pasado, reconoce el valor del testimonio de Gil: "Él lo vivió… tiene un voto de confianza". Sin embargo, la posibilidad de un acercamiento, de una conversación que arroje luz sobre lo sucedido, se desvanece ante la firmeza de Paul: “Ya, brother, yo ya estoy muy trabajado”.
El peso del pasado, la necesidad de proteger su propia paz y la de su familia, lo llevan a cerrar la puerta a cualquier posibilidad de reabrir el caso. Las terapias, el nuevo ritmo de vida, la familia, son los pilares en los que se apoya para seguir adelante. “Lo llevo en la mente y en el corazón”, afirma, refiriéndose a su padre, con una emotividad contenida que revela la profundidad de la herida.
La compasión por Jorge Gil, quien también sufrió las consecuencias de la tragedia, se mezcla con el deseo de alejarse del dolor. “Cada quien con su historia y que lo trabaje como pueda”, una frase que resume la postura de Paul Stanley, la necesidad de cerrar un capítulo doloroso y seguir adelante. La paz, la felicidad con los suyos, el honor a la memoria de su padre, son los objetivos que guían su presente.
Ante la insistencia de la prensa, ante la incesante búsqueda de la verdad, Paul Stanley cierra filas, protegiéndose tras un muro de silencio. "Muchos hablan, todos dicen, todos creen saber…”, una reflexión que deja entrever la frustración ante la especulación y la manipulación mediática. “La paz del Señor”, concluye, un deseo, una plegaria que resume la necesidad de encontrar la tranquilidad en medio del torbellino.
Fuente: El Heraldo de México