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28 de julio de 2025 a las 09:20

Domina tu Ansiedad

La ansiedad, esa compañera silenciosa que a veces se convierte en una sombra abrumadora, es en realidad un mecanismo de supervivencia esencial. Imaginen una alarma interna, diseñada para alertarnos sobre necesidades insatisfechas, desde una simple sed hasta un conflicto emocional complejo. Esta alarma, en su funcionamiento óptimo, se enciende y se apaga según la necesidad. Sin embargo, ¿qué sucede cuando esta alarma se desajusta, cuando se enciende sin motivo aparente o se niega a apagarse a pesar de haber atendido la necesidad? Entramos entonces en el terreno del Trastorno de Ansiedad.

Pensemos en nuestro cerebro como una habitación que permanece a oscuras mientras descansamos, ahorrando energía como una casa vacía. Cuando necesitamos entrar, encendemos la luz. De igual forma, la ansiedad "ilumina" nuestro sistema de supervivencia y conservación cuando surge una necesidad. Y estas necesidades no se limitan a situaciones extremas de vida o muerte. Abarcan todo el espectro de la experiencia humana: desde la rutina matutina hasta un evento inesperado, desde una pequeña frustración hasta una profunda alegría.

Recordemos la sensación al despertar con la alarma del despertador. Un suave llamado a la acción, un estiramiento, la mente que empieza a planificar el día. Ahora, contrastemos esa experiencia con la reacción ante un ruido repentino e intenso. La diferencia es palpable. En ambos casos, la ansiedad se activa, pero la intensidad y la respuesta son distintas. En el primer caso, la ansiedad facilita la transición del reposo a la actividad. En el segundo, la respuesta dependerá de nuestra personalidad y de cómo procesamos las emociones.

Nuestra reacción ante la ansiedad está intrínsecamente ligada a nuestra forma de ser. Algunos reaccionan de forma kinestésica, con una respuesta física inmediata: correr, gritar, moverse impulsivamente. Otros se centran en la emocionalidad, experimentando miedo paralizante o reacciones impulsivas guiadas por la emoción. Y también están aquellos que procesan la información de forma racional, analizando las opciones antes de actuar, a veces hasta el punto de la inacción.

Conocer nuestro propio patrón de respuesta es fundamental. ¿Cómo reaccionamos ante la incertidumbre? ¿Nos dejamos llevar por el impulso, por la emoción o por la razón? Identificar nuestras tendencias nos permite integrar las tres áreas de nuestro ser: cuerpo, mente y emoción. Nos ayuda a comprender cómo procesamos la información proveniente de las diferentes áreas cerebrales: el área reptil, que impulsa la acción; el área límbica, que gestiona las emociones; y el neocórtex, que nos permite razonar y planificar.

Ante la incertidumbre, la clave reside en la pausa. Respirar profundamente, conectar con las sensaciones corporales, observar las emociones sin juicio y dirigir los pensamientos hacia soluciones constructivas. De esta manera, podemos utilizar la ansiedad como una herramienta, en lugar de permitir que nos controle. Integrar cuerpo, mente y emoción nos permite tomar decisiones conscientes y alineadas con nuestro bienestar. La ansiedad, bien gestionada, deja de ser una amenaza y se convierte en una aliada en el camino del autoconocimiento y el crecimiento personal. Es un llamado a la atención, una oportunidad para comprender nuestras necesidades y responder a ellas de forma efectiva.

Fuente: El Heraldo de México