
28 de julio de 2025 a las 23:55
Centro Kennedy ¿rebautizado como Trump?
La sombra de Trump se cierne sobre el icónico Kennedy Center, un coloso cultural que ha albergado a las más grandes figuras del arte mundial durante décadas. La propuesta republicana de renombrarlo como "Centro Donald J. Trump para las Artes Escénicas" ha desatado una tormenta de controversia, agitando las aguas de la política y la cultura estadounidense. ¿Se trata de un homenaje merecido a un "mecenas de las artes", como lo califica el representante Bob Onder, o una maniobra política oportunista que busca capitalizar el legado de una institución venerada?
La figura de Trump, omnipresente en el panorama mediático, se proyecta ahora sobre el escenario del Kennedy Center, un espacio que ha resonado con las notas de las óperas más conmovedoras, las melodías de las sinfonías más grandiosas y los diálogos de las obras teatrales más trascendentales. La iniciativa, impulsada bajo el lema "Ley para que el entretenimiento vuelva a ser grande", busca no solo cambiar el nombre del complejo, sino también bautizar la Ópera con el nombre de la primera dama, Melania Trump. Una doble jugada que ha encendido el debate público y ha puesto en el centro de la discusión el papel del arte en la política y la memoria histórica.
El argumento de Onder, que defiende a Trump como un "ícono cultural" comparable a figuras legendarias del entretenimiento, se antoja, para muchos, una exageración desmedida. Si bien es cierto que Trump ha estado ligado al mundo del espectáculo a través de sus negocios y apariciones televisivas, su contribución al arte y la cultura palidece ante el legado de figuras que han dedicado su vida a la creación y la difusión de la belleza.
La comparación con John F. Kennedy, el presidente cuyo nombre da vida al centro, resulta aún más desafortunada. Kennedy, un ferviente defensor de las artes y las humanidades, comprendía la importancia de la cultura como motor de progreso y desarrollo social. Su visión, plasmada en la creación del Kennedy Center, buscaba democratizar el acceso al arte y convertirlo en un patrimonio común para todos los ciudadanos.
La polémica se agudiza aún más con las declaraciones del nieto de Kennedy, Jack Schlossberg, quien acusa a Trump de estar "obsesionado" con superar el legado de su abuelo. Una obsesión que, según Schlossberg, lo lleva a minimizar a los héroes del pasado en un intento vano de engrandecer su propia figura.
La propuesta republicana, lejos de ser un simple cambio de nombre, representa una reescritura de la historia, un intento de borrar la memoria de un presidente que simboliza la esperanza y la renovación. El Kennedy Center, más que un edificio, es un símbolo de la cultura americana, un espacio donde se celebra la diversidad y la creatividad. Cambiar su nombre por el de Donald Trump no solo sería una falta de respeto a la memoria de Kennedy, sino también una afrenta a los valores que representa.
El debate continúa, y el futuro del Kennedy Center pende de un hilo. ¿Prevalecerá la memoria histórica o la ambición política? ¿Se respetará el legado de un presidente visionario o se cederá ante la presión de un presente turbulento? El tiempo lo dirá.
Fuente: El Heraldo de México